• 24 abril, 2024

Colombia, violencia y avance (1)

Colombia, violencia y avance (1)

Rafael Núñez

Rafael Núñez
BOGOTÁ. Colombia es uno de los países de América Latina con más potencial de desarrollo económico, político y social. Con una fabulosa diversidad cultural y extraordinaria fuerza de trabajo, parte de ella bien educada y entrenada, el visitante a este exuberante espacio suramericano se conecta con esa realidad y con un ineludible temor que asalta al colombiano de que pueda volver la inseguridad a las calles.

Si bien el exitoso programa de Seguridad Democrática puesto en práctica por el expresidente Alvaro Uribe Vélez permite a quienes llegan a la capital bogotana poder caminar tranquilo, en este país con poco más de 47 millones de habitantes sobreviven los grupos violentos, sin líderes y sin paradigmas, que ejercen la violencia por cuenta propia.

Colombia, la tercera nación del mundo con mayor cantidad de personas que habla un precioso español y buena formación en el idioma, es la tercera en población del continente.

A pesar de que sufrió un desprendimiento del territorio panameño, es la cuarta en extensión territorial en América del Sur (1,141,748 kilómetros cuatrados).

Es el país de la región donde la violencia se ha expresado con mayor crudeza, y a pesar de ello su economía crece de manera sostenida, el turismo avanza con su inteligente slogan, “El riesgo es que te quieras quedar”, mientras la educación superior ha proyectado signos de mejoría, como veremos en la segunda entrega.

Secuestros, torturas, asesinatos, desplazamientos forzados, desapariciones, violencia sociopolítica, atentados terroristas, violaciones, guerra sucia, corrupción e impunidad han marcado la tónica de un estado de conmoción interior que ha vivido por décadas. Colombia ha sufrido por la violencia de la delincuencia común, las guerrillas, los paramilitares, los carteles de las drogas y la que se ejerce desde el Estado, debido a la exclusión a que es sometida una parte importante de sus habitantes.

Ese país ha pasado por ocho guerras civiles nacionales, incontables asonadas, dos guerras contra Ecuador, 14 guerras civiles locales y tres golpes de Estado. Es decir, desde el siglo XlX Colombia ha sido un país en conflicto permanente.

Conservadores y liberales se encargaron de que los colombianos se hayan desgarrado en una orgía de violencia que está contenida pero no controlada. Solo en la guerra de los “Mil Días” (1899-1902), que dio al traste con la separación del territorio panameño, resultaron muertos 170 mil personas.

Cuando los que ostentan el poder se aferran a privilegios económicos, políticos y sociales, para lo cual se obliga al rompimiento del sistema jurídico, no solo se pierde legitimidad sino que se tocan las cornetas para que la violencia asome su cabeza.

La muerte del popular líder liberal colombiano Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, fue un episodio más de eso, que se expresó como una lucha de poder de una elite de la clase política hegemónica, que derivó en un estallido social en todo el territorio colombiano. La manifestación popular de repudio por el hecho conocido como “Bogotazo” fue respondida con represión, donde se estima murieron 300 mil colombianos.

La persecución a los liberales partidarios de Gaitán generó la conformación de las guerrillas, que se unieron a las autodefensas campesinas auspiciadas por el Partido Comunista. Ese fenómeno guerrillero fue perseguido y atacado por aire y tierra, lo que trajo como resultado la formación de grupos guerrilleros más formales como el Ejército de Liberación Nacional, Ejército Popular de Liberación, Movimiento 19 de Abril (M-19) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entre otros, esta última es la más fuerte y ha degenerado en acciones terroristas y de narcotráfico. El conflicto armado colombiano ha dejado al menos 220,000 personas asesinadas, 25,000 desaparecidas y 4,744,046 desplazadas en el período comprendido entre 1958 y 2012, según el informe rendido por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) .

El paramilitarismo junto a los grupos narcotraficantes (se ha cobrado más de 20 mil víctimas), el crimen organizado y la profunda desigualdad social que se percibe en la sociedad, propia de nuestros países, acentuaron la violencia desde finales del siglo XlX hasta nuestros días.

Este país, no obstante, no se amilana. Su gente, trabajadora, educada y hospitalaria ha sabido sobrevivir muy a pesar de 54 años de guerrilla, de la violencia del narcotráfico, la delincuencia común, los paramilitares y la desidia de los gobiernos en mejorar la calidad de vida de la población. Hay otra Colombia, empero, que avanza.

LA ECONOMÍA

A pesar de un entorno internacional no favorable, Colombia ha visto crecer su Producto Interno Bruto (PIB) real en 4,7 por ciento, mientras el pasado año el turismo creció en un 11,9 por ciento, que le generó ingresos por 4,758 millones de dólares. Aunque la moneda local se ha depreciado en 8,38 por ciento con relación al dólar, ese elemento no ha sido tan significativo en el impacto en los precios de los artículos para el consumidor. La inflación en febrero de este año fue de 1,15 por ciento, solo superior en 0,52 puntos porcentuales a la registrada el mismo mes de 2014.

Así como Colombia vio llegar cuatro millones de turistas el año pasado como resultante de la promoción impulsada en el exterior, unido a la percepción de confianza que hay ese país, la Inversión Extranjera Directa (IED) creció en 2.54%, esto es 2,207, 3 millones de dólares.

De acuerdo con los informes del Banco de la República de Colombia, las reservas internacionales superan los 47,072.6 millones de dólares para enero de 2015. La producción de café, donde la patria de Gabriel García Márquez es una potencia mundial, experimentó un alza de un 21,3 por ciento, comparado con el año pasado. En ese renglón, los caficultores solo tienen aprehensión por las disminución de su precio en los mercados internacionales.

El proceso de paz fomentado por el gobierno del presidente Juan Manuel Santos ha reducido la confrontación bélica con las FARC, lo que ha impactado en la producción de petróleo. Ha habido un descenso de 90.5% de los ataques a oleoductos colombianos. Eso le ha permitido al gobierno obtener un incremento de 2,3 por ciento en la producción petrolera, comparados los años 2014 y 2015. Colombia produjo 1,07 millones de barriles diarios hasta febrero de 2015.

Con guerra o sin guerra, con carteles o sin carteles, con pandillas o sin pandillas, con temor o sin temor de que el crimen vuelva a tomar las calles, Colombia avanza.

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