• 20 abril, 2024

Cuentos Sociales

De Marcos Sánchez

«Sánchez Airlines»

En 1985 me encontraba cursando el 8vo. grado en el Santa Rosa de Lima y debo confesarles que ese curso representó la etapa final de un desmesurado cúmulo de gratas experiencias con ex compañeros de clases desde la etapa básica.

Por diversas razones uno siempre conoce y hace amistades en la escuela cada año. Amistades esas que se van fugazmente y otras, que permenecen con uno hasta el final. De toodas formas, lo que se vive es único.

En mi antiguo colegio, existía una característica en el cuerpo docente que si bien era cierto no eran perfecto, no menos cierto era que estaban cerca de esa condición. Profesores comprometidos con su población estudiantil, llenos de responsabilidad social y con un alto nivel pedagógico.

De tantos buenos profesores que me impartieron clases, la oportunidad le toca en este relato a Ernesto Tolentino. De él recuerdo lúcidamente su impecable forma de escribir, la incidental rectitud, su clásica corrección de tareas firmada con un simple «Visto», su acostumbrada forma de aconsejar con frases populares y obivamente su asignatura: Dibujo Lineal.

En el curso había una ebullición astronómica en los egos de todos los allí congregados debido a que estábamos en la etapa inicial de nuestra adolescencia y esos incontrolables desórdenes hormonales brillaban de formas distintas en la personalidad de cada quien.

Popular por demás, me paseaba en cualquier sitio del aula y era una experiencia única en cada «sector». Como todo lo que sube debe bajar, siempre retornaba a los «files» a juntarme con Danny, Mario, Cesarito, Huáscar y Edward.

Un día cualquiera de ese año recién terminaba el recreo y la materia que nos tocaba era Dibujo Lineal con Tolentino. Muchos entendíamos que era la perfecta antesala previo a la última asignatura…

-«A utede si fué veldá que lo salvó la campana. Ese juego taba apretao'», me dice Mario

-«Apretao’ pa’ utede me imagino polque si no suena el timbre, hata el diretol iba a anotá je,je,je», le respondo mientras subíamos las escaleras

-«Hey pero no se deseperen que tenemo una cuenta pendiente de tiradera de papele», dice Huáscar

-«¿De papele? ¿Y quién e’ que toca?», pregunta Cesarito

-«Oh! ¿y quien má’? ¡Tolentino compadre!» (risas colectivas en ese momento)

-«¡Ja,ja,ja,ja ay mi madre el tolneo sigue ja,ja,ja!», responde Mario frotándose las manos

-«¡Hey hey! ¡no relajen! recuelden que Tolentino la tira dura a vece», dice Edward al final de la fila

-«Ja,ja,ja,ja y cuando viene a vé le rompen lo vidrio de su casa jajaja», dice Huáscar (nuevamente entre risas colectivas)

-«¡No, no! ¡deja que Malco lo diga que él lo imita a nivel!», solicita Danny al momento que todos me piden en conjunto que lo haga

-«¡No le tiren piedra al techo de su vecino si el suyo e’ de crital, eh? bueno!..» expresé intentando imitar la voz del profesor

Entramos al aula con auténticas lágrimas en los ojos y muchos de nosotros sosteniéndonos el estómago de tanto esfuerzo físico al reir. Tolentino al vernos expresa:

-«¡Jum! ya yo ví. ¡Aqui va a pasar una hoy día!»

Procedemos a sentarnos. Se pasa la lista y Tolentino nos pone rápidamente unas gráficas en la pizarra para resolver las dimensiones de las mismas. Nos pide que guardemos absoluto silencio ya que procedería a corregir unos temarios.

Estando justo detrás de todo el mundo, tenía un control visual absoluto del aula. Danny, Edward, Huáscar y Cesarito estaban dibividos en grupos de dos a ambos extremos de donde me encontraba junto a Mario.

Arrancamos par de páginas del cuaderno, las envolvemos hasta darles forma esférica con intenciones de lanzárselas a alguien. Le arrojo par a Danny y éste responde rápidamente con dos más.

Al reintentar mi bombardeo me decubre Tolentino:

-«¡Ya sabía yo!. ¡Si me fuera a sacar a la loteria hoy, fuera millonario!. ¡Marcos Sánchez!: ¡salga del curso y no quiero excusas!

Consciente de mi culpabilidad, procedí a salir del aula ante el asombro de muchos y obviamente, la gran risa de Danny.

Me quedo en el pasillo contiguo al aula. En eso, el resto del curso aprovechó el impasse para hablar al unísono y ante la bulla unísona Tolentino les advierte:

-«¡Todavía caben más en el vuelo de Sánchez, bueno…!»

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