• 20 abril, 2024

Cuentos Sociales

Dominican Smörgåsbord

De Marcos Sánchez

Aunque casi nadie lo admite, en las actividades sociales los invitados siempre preguntan qué hay de refrigerio y dependiendo del mismo, acceden o no a la invitación formulada.

En nuestro país es de rigor preparar «lo que sea» cuando se trata de una fiesta y máxime si ésta es improvisada.

Aprovechamos cualquier evento para crear una celebración en torno al mismo.

Es común que si alguien se va para Estados Unidos (llegará posiblemente en unos meses) hagamos una fiesta de despedida y cuando retorna la persona de visita, se realiza otra fiesta en su honor.

Si se compra un carro nuevo, la obtención de un trabajo, mudarse a vivir con su pareja, entre múltiples otras gozan de ese sedazo. Lo peculiar sobre las mismas es que si acontece al revés, ¡también hay fiesta!.

Invitado por unos amigos cercanos, les acompañé a un encuentro con motivo de la adquisición de una casa por parte de uno de ellos.

El lugar estaba bien minado de personas así como una vasta decoración, un DJ amenizando con música actual y al fondo, el clásico «chef» contrastando con sus libras el verdadero aspecto físico que se debe tener al comer adecuadamente. Sentados en una mesa inicia el inexorable diálogo…

-«¡Oigame compadre pero uté botó la casa por la ventana!», dice uno de los invitados

-«Gracia’ compadre, gracia’. ¡Uté sabe que conseguí ete ranchito con mucho sacrificio y había que hacé algo!»

-«¡Eso e’ así!. ¡Uté y su mujel se fajaron pa’ conseguí eta vaina!»

-«¡¿Cómo que el compadre y la mujel?!», intervengo en tono jocoso

-«Oh oh Malquito ¿y uté cree que el compadre se guamió to’ eto bló el solito?»

-«Ja,ja,ja,ja compadre fuera de chercha y no se me ponga guapito, pero tenga cuidao’ si a última hora le tiene que dejá el rancho a la doña ja,ja,ja», le digo al nuevo dueño

-«¡Cállese la boca compadre, compadre cállese!», responde en tono musical

-«¡Señore allí hay comida por un tubo así e’ que a comé!», dice el iniciador del diálogo

-«¡Vayan! ¡vayan! aquí hay comía pa’ to’ utede»

Entre cuentos de todos los colores, análisis de la política, comentarios deportivos y por supuesto, mujeres, transcurría el tiempo y poco a poco se hizo una enorme fila para ir al buffet. El anfitrión había estado observándome y notaba que sólo comía alimentos que estaban cubiertos de plástico…

-«Pero ven acá Malquito ¿y que e’ lo que pasa te que te veo comiendo cositas ahi?»

-«Ja,ja,ja no se preocupe compadre lo que pasa es que ya había comido algo antes de venir a la fiesta»

-«¿Seguro? ¡eta e’ su casa así e’ que pielda el miedo!»

En eso llega el animado invitado iniciador del previo diálogo:

-«¡Ofrécome señore’ ni cuanta gente en ese bufé! ¡parecen como loco!»

-«Es que están practicando una versión dominicana del Smörgåsbord», le digo

-«¡¿Y qué diablo e’ esa vaina Malquito ja,ja,ja?!»

-«Es un tipo de comida escandinava que se servía tipo buffet»

-«¿Entonce’ la tradición de comé en bufé viene de ahí?»

-«Elegir diferentes platos servidos en una mesa y repetir los mismos viene de esa tradición escandinava que se originó en Suecia»

-«Se ve que ta’ bueno el diálogo. ¿Y cómo llega esa cultura a ete paí?», pregunta el anfitrión

-«Bueno el Smörgåsbord se hizo popular a nivel internacional cuando se realizó La Feria Mundial de 1939 en Nueva York y en un restaurante sueco se sirvió la comida en ese estilo»

-«¡Vaya uté a vé! hemo’ aprendío algo con uté hoy»

-«Gracias, pero me siento aún mejor con que ustedes me dan la oportunidad de compartir sin aburrirles», le respondo

-«¡Aburrío me voy a poné si no te veo comiendo!», sentencia el anfitrión

Llegadas altas horas de la madrugada, termina la fiesta y cada quien se retira felicitando al nuevo poseedor de hogar.

Al día siguiente me llama «el recién casado» alarmado:

-«¡Malquito y tú no sabe mi helmano que voy a demandá al jodío chef!»

-«¿Demandarlo? ¿Y cómo es eso?»

-«Oh ahora to’ el que comió anoche ta’ de carrerita pal baño y me ‘tan llamando pa’quejase»

-«Bueno es un caso raro que todo el mundo esté así. ¿Tú también te sientes mal?»

-«¡Clarinete mi helmano! ¿y uté ta’ cogió también?»

-«¡Para nada! ja,ja,ja ¡mira! Olvídate de eso y coordinemos otra cosa para el fin de semana y te enfrías con tu gente»

El anfitrión nunca entendió por qué consumía siempre alimentos protegidos en plástico transparente y no los que estaban con papel de aluminio.

Dado el hecho de que había una permanente y sutil calefacción debajo, el calor hacia sudar el papel aluminio y éste expelía pequeñas particulas de metal que caían a los alimentos. Éso fue lo que provocó el malestar estomacal colectivo.

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