• 19 abril, 2024

Cultura viva

Por Lincoln López

Uno u otro

José tenía una edad muy avanzada cuando la muerte le sorprendió estando solo y desamparado en su habitación, sentado en una silla oyendo su programa radial favorito.

Por lo tanto, nadie se percató inmediatamente de la situación porque le era indiferente, exactamente con la misma indiferencia con que él trató a todos.Le llamaban José el carpintero. Pero pudo ser Jacinto, Pedro o Joaquín.

La construcción de casas de madera fue su fuerte. A lo largo de toda su existencia levantó muchas. Ni José ni nadie podía precisar cuántas fueron, pero fueron muchas. Todas para gente humilde.

Ganó, entonces, mucho dinero porque en el periodo posterior del ajusticiamiento de Trujillo, esos cambios le favorecieron por la acelerada migración  hacia las ciudades, en donde pasamos a ser de una sociedad rural a una urbana.En ese oficio porque parecía un equilibrista de circo pasando de un travesaño a otro con una facilidad asombrosa, no le faltaba un martillo y clavos en la boca, y cuando podía un cigarrillo sin filtro.

Siempre dando órdenes directas y cortantes, y con cualquier retraso o equivocación, sin cortesía alguna, le soltaba al ayudante una retahíla de insultos.Pero pudo hacer muchas cosas, relojero, chofer, técnico o profesional…lo importante era su actitud ante la vida y su oportunismo para adaptarse como si se tratara de un simple cambio de camisa.Hablaba y tenía timbre estruendoso.

Era flaco. Caminaba siempre rápido. Temperamento hiperactivo. De ascendencia española. Blanco. Era difícil confundirlo con un norteamericano o algo por el estilo. Sobre su cabeza calva siempre tuvo un sombrero de fieltro “alita corta”. Para trabajar siempre ropa de kaki y para “salir” siempre dacrón. Siempre zapatos con cordones nunca tenis, y siempre su reloj de pulsera chapado en oro de varios kilates.

En cuestiones de mujeres era un macho de hombre. Un macho de verdad. Nunca se supo la cantidad exacta de hijos, por lo menos se sabe que entre su esposa y amante conocida tuvo como 25 hijos. Algunos murieron de desnutrición. Se dispersaron por el mundo.Dios, Patria y Libertad los resumía en una palabra: Dinero.

Traidor por opción. Arribista por conveniencia.La descripción de este personaje es la de “Uno de tantos” no en el sentido estricto de la identidad o fama sino por esas acciones que lo acercan a una alimaña en vez de separarlo.El ser humano debe ser algo más que necesidades fisiológicas debe desarrollar valores, materiales o espirituales que le permitan realizarse y servir de paradigma social.

Pueden ser familiares, solidarios, artísticos…Debemos cultivar y diversificar nuestro pensamiento, por ejemplo, aquellos que sirven de base a la identidad nacional, y deben dirigir nuestras acciones diarias. Sin ellos la nación caería instintivamente en  poder de una alimaña cualquiera.

En el ideario del Padre de la Patria Juan Pablo Duarte, encontramos parte de esa necesaria luz que orientará nuestro camino por su contenido actualizado.“Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones”.

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