• 23 abril, 2024

Declaran a Karzai presidente electo de Afganistán

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EP- La Comisión Electoral Independiente de Afganistán ha proclamado hoy a Hamid Karzai presidente electo del país tras cancelar la segunda vuelta de las elecciones. – VNEWS

Un día después de la retirada del opositor Abdulá Abdulá de las elecciones, aduciendo que la maquinaria que generó el fraude masivo en la primera vuelta seguía intacta para perpetrar una segunda estafa, la Comisión Electoral Independiente (CEI), responsable de organizar el evento, anunció la suspensión definitiva de los comicios, previstos el 7 de noviembre, y la proclamación de Karzai como presidente para los próximos cinco años.

Horas antes de este anuncio por boca de su presidente, Azizulá Ludin – a quien la oposición acusa de todos los males-, fuentes de la CEI apostaban aún por la celebración de la segunda vuelta, como quería Karzai, y aducían para ello poderosas razones legales que no tardaron de guardar en el baúl de las razones de peso olvidadas. Las presiones entre bambalinas, sobre todo de EE UU, han debido de ser enormes. Sólo faltaba añadir al desastre de las últimas nueve semanas una participación irrelevante después de que en la primera vuelta votara menos de un 40%, según los más optimistas. Nunca se publicaron las cifras oficiales.

Presión de la ONU y de EE UU

Poco antes del anuncio de la CEI, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se presentó de improviso en Kabul. En una multitudinaria rueda de prensa dijo que lo que debe decir un diplomático, que la decisión final competía a las autoridades electorales afganas, pero su presencia era una muestra de que Naciones Unidas tampoco estaba dispuesta a jugar con fuego. El día anterior, tras la retirada de Abdulá, el enviado especial de la ONU, Kai Eide, dejó claro que la solución era cancelar la votación y no arriesgar más vidas y dinero. El presupuesto destinado a las elecciones alcanzó los 223 millones de dólares.

Ban Ki-moon dijo también que las afganas habían sido las elecciones más difíciles con las que se había enfrentado la ONU. Es injusto, pues olvida las complicadísimas de Camboya, Irak, Timor Leste, República Democrática de Congo y Sierra Leona, entre otras, donde hubo éxitos palpables. Después el secretario general añadió un borrón de corrección política a su biografía: felicitó a Karzai por su reelección.

Los comicios afganos, a diferencia de los de 2004 y 2005, fueron organizados por la CEI, cuyo presidente nombró Karzai. Naciones Unidas limitó su papel al de asesor y a la creación de una segunda entidad supervisora, la llamada Comisión de Quejas Electorales (CQE), que a la postre fue la que forzó la segunda vuelta al descontar cerca de un millón de votos fraudulentos. Aunque más que la CQE fue un éxito de la diplomacia estadounidense que envió a Kabul al senador demócrata John Kerry para torcer la voluntad de Karzai. Veinte horas de presión constante obraron un milagro que a la postre resultó ser un truco.

Ingeniería política

Con la proclamación de Karzai no termina el proceso, más bien se abre uno nuevo, con un presidente debilitado y unos patrocinadores internacionales que se están debilitando con él. En Kabul se manejan varias soluciones y ninguna pasa por seguir cómo antes de la primera vuelta del 20 agosto. Las opciones favoritas son Gobierno técnico y nuevas elecciones a mediados de 2010 coincidiendo con las legislativas o Gobierno de coalición con Abdulá, algo que rechazan ambos.

Ahora es tiempo, como dice un diplomático, de ingeniería política, del arte de lo imposible. Otra fuente sostiene que «Occidente tendrá que convivir con Karzai, pero marcándole de forma clara las líneas rojas. (…) EE UU se ha especializado en crear personajes como Noriega y Sadam Husein que después se les van de las manos y se convierten en el problema».

Abdulá, que ha pedido a sus seguidores que no salgan a calle y se abstengan de realizar manifestaciones, calificó lo ocurrido hoy de golpe de Estado, y dijo que un Gobierno que alcanza el poder sin elecciones es ilegítimo.

En la calle no hay sorpresa ni perplejidad, sino una vida difícil que cuesta mover cada día: desempleo, pobreza, analfabetismo, injusticia y bombas. «Hubiera sido mejor no haber hecho ninguna elección, ahora ya no tenemos ni siquiera ilusión de que las elecciones sirvan para cambiar nada», dice Faqeer, comerciante de unos 40 años. Los afganos parecen vivir desde hace mucho tiempo en un país real que nada tiene que ver con el de sus políticos y el de la comunidad internacional. «Estas elecciones las montaron para ustedes, no para nosotros», dice Mohamed, un periodista local.

Sin un censo y con una Comisión Electoral Independiente desprestigiada la única función de los comicios, la de dar una pátina de legitimidad al Gobierno, ha fracasado. Ahora todo será mucho más difícil en Afganistán. También para las tropas extranjeras que empiezan a ser percibidas, como sucediera en Irak en 2004 y 2005, como parte del problema, más que una solución.

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