• 19 abril, 2024

Descuido tras descuido

LINCOLN LOPEZ NOTICIASATIEMPOLincoln López

Este año está ocurriendo lo que se ha ido constituyendo en una mala práctica de parte de las instituciones que tienen a su cargo la responsabilidad de transmitir de generación en generación el conjunto de diferentes  hechos culturales, sean estos históricos, patrióticos, artísticos… con los hombres y mujeres que los  han  protagonizados, porque cada uno de ellos forman parte de los valores sobre los que se ha cimentado la identidad nacional y que van perfilando, de alguna manera, la forma de ser de los ciudadanos que integramos la nación dominicana.

Las autoridades de turno de las instituciones principalmente públicas, están en el deber de revalorizar  y difundir por los medios que estén a su alcance nuestra variada e importante riqueza cultural de una manera sistemática, es decir,  metódica, consecuente y constante, para que cumpla con la función de concienciar objetivamente a la población,  sea esta infantil, adolescente o adulta, sobre el legado de nuestro patrimonio intangible para que no se pierda la “memoria histórica de la dominicanidad” como se aprecia en la actualidad, que está desapareciendo paulatina pero sostenidamente.

Este descuido ya ha penetrado hasta los mismos Padres de la Patria. Veamos. Los directivos del Instituto Duartiano han denunciado a través de los medios de comunicación solicitando la terminación  de los trabajos en la casa-museo de Juan Pablo Duarte, iniciados hace algunos años y abandonados después, y, por lo tanto, no puede ofrecer ese valioso servicio a la comunidad que la visita, a esto se suma el deterioro de importantes objetos y documentos que corren el peligro de desaparecer. Otro caso más reciente  acaba de pasar, sin pena ni gloria, es el aniversario del fusilamiento del patricio Francisco del Rosario Sánchez, prócer de la República y de la Restauración, un ejemplo inigualable de patriotismo de nuestra historia, hecho ocurrido a las 4 de la tarde del 4 de julio de 1861 en El Cercado, San Juan de la Maguana.

Hecho similar ha sucedido con el patricio Matías Ramón Mella y Castillo, líder junto a Francisco del Rosario Sánchez de la proclamación de la independencia en 1844 bajo la consigna de: “Habremos de ser libres o morir. ¡Viva la República Dominicana!”. Al producirse  el Grito de Capotillo, que dio inicio a la Guerra de la Restauración, Mella se incorporó de inmediato a movimiento patriótico para restaurar la República, ocupándose de nuevo de organizar los efectivos militares. Murió enfermo en esta ciudad de Santiago el 4 de junio de 1864 sin llegar a ver la restauración de la República.

Estas conmemoraciones debieran estar en la agenda anual de trabajo del ministerio correspondiente, y clasificadas en tres partes: las nacionales (están parcialmente), las regionales y las locales. Las mismas podrían realizarse por distintos medios, verbigracia, académicas, actos oficiales, representaciones artísticas adecuadas y dentro de ese contexto, concursos, publicaciones, propagar estos acontecimientos por radio y televisión con breves documentales…y mil y una maneras…

Si eso ocurre con los héroes de primera magnitud, que pasará con otros prohombres y mujeres que lo han colocado en el derrotero  negligente del olvido, figuras trascendentales de nuestra historia, por ejemplo, Don Pedro Mir, Ercilia Pepín, Federico Bermúdez, Salomé Ureña, Abelardo Rodríguez Urdaneta, don Julio Alberto Hernández, Gabriel del Orbe, Pedro Francisco Bonó, Eduardo Brito…verdaderamente penoso.

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