• 24 abril, 2024

El narcotráfico y las convicciones previas

Rafael Núñez

De Rafael Núñez

En el libro “Figueroa Agosto: El Poder del Narco”, en el capítulo X, abordo el candente tema relativo a la legalización de las drogas como forma de contrarrestar el flagelo que viene haciendo estragos en la juventud de República Dominicana y América Latina.

Forma parte de un viejo debate el hecho de que los países, incluso las entidades multilaterales con presupuestos para combatir el mal, no han sido lo suficientemente proactivas en diseñar políticas globales para detener esta pandemia. Sólo hay que visitar nuestros barrios para darse cuenta de la dañina incidencia del microtráfico en este multimillonario negocio.

El tráfico de drogas es una actividad joven en la República Dominicana, pues,  tal como se ha establecido, el país sirvió de puente, en principio, para cruzar las drogas hacia Puerto Rico, Europa y Estados Unidos. Eso explica el auge de la delincuencia como resultado del narcotráfico. En los diez últimos años,  las redes de narcotraficantes se fortalecieron en el territorio dominicano, fruto de la escasa vigilancia aérea y marítima en la zona del Caribe, como establezco en el libro “Figueroa Agosto: El Poder del Narco”.

Como el país fue hace 30 años un remanso de paz en ese orden, los organismos policiales y de persecución de esa actividad ilícita no adaptaron sus mecanismos de prevención, persecución y combate a las redes, lo que les habría colocado en capacidad operativa, por encima de los carteles de las drogas.

La sociedad dominicana se fue quedando atrás mientras las bandas de narcotraficantes avanzaban en los métodos de producción, comercialización y distribución. Para citar un ejemplo, la Ley 50 sobre Drogas y Sustancias Controladas es del año 1988; es decir, tiene 22 años de que fuese puesta en vigor. En ese tiempo, son muchos los cambios tecnológicos experimentados, que están en poder de esas mafias, las cuales ya utilizan submarinos para exportar cocaína y otras drogas desde Sudamérica.

Es en medio de un marco legal que, aunque duro en términos de medidas punitivas a los violadores, tiene debilidades reales por la falta de adecuación a tratados, convenios globales y a los nuevos textos legales, aprobados en esos últimos 22 años.

Las redes de narcotráfico se valieron de todas las formas posibles para fortalecerse, como es el hecho de encontrar una sociedad con costumbres y hábitos casi rurales, sin ninguna experiencia de violencia.

¿En qué momento surgen las tres principales bandas de narcotráfico que han escandalizado a nuestra sociedad? Las redes de Quirino Ernesto Paulino, de Paya y Figueroa Agosto tienen sus raíces desde el año 1999, de manera que su desarrollo y fortalecimiento es de poco tiempo. El escalamiento de grupos delincuenciales de esa magnitud vino a crear un estado de ánimo distinto en nuestra sociedad.

El estudioso sobre la interacción entre el derecho y la economía de la conducta, el norteamericano Cass R. Sunstein, en su libro “Rumorología”,  sostiene: “Tras la desgracia de una crisis, aparecerán numerosas especulaciones. Para algunos parecerán convincentes, quizá porque ofrecen una válvula de escape adecuada para injuriar o culpar a alguien”

“Los acontecimiento terribles, sigue diciendo Sunstein, producen agravios, y cuando la gente está agraviada, es susceptible de aceptar rumores que justifiquen sus estados emocionales, y también de atribuir a estos acontecimientos una acción intencionada”.

En el libro “Rumorología” del referido jurista estadounidense, hay dos expresiones fundamentales: “Desgracia de una crisis” y “producen agravios”.

El crecimiento del tráfico de drogas y las operaciones de las citadas redes encaja con la definición en la expresión “desgracia de una crisis”, empleada por Sunstein.  La sociedad se ha visto sorprendida con especulaciones, que para algunos aparecerán convincentes, quizá porque constituyen una válvula de escape, adecuada para injuriar o culpar a alguien, lo que es lógico desde el análisis que hace el prestigioso jurista estadounidense.

El segundo tema lo plantea la expresión “producir agravios”. El mismo autor sostiene que cuando una persona, familia o sociedad se siente agraviada por la desgracia de una crisis (en este caso la del narcotráfico), es susceptible de aceptar rumores que justifiquen “sus estados emocionales, y también de atribuir a estos acontecimientos una acción intencionada”.

En el caso del surgimiento de estas redes, ante la desgracia de una crisis, la sociedad dominicana ha reaccionado agraviada y presa de rumores, la mayoría provenientes de la fábrica del imaginario colectivo, mientras otros son inducidos.

La reacción de la sociedad depende de sus convicciones previas. Una parte asume como ciertos esos rumores, mientras el resto no los acepta por el hecho de que la gente es especialmente propensa a aceptar o no, atendiendo a sus convicciones previas, que están ligadas a sus esperanzas, objetivos, sueños, deseos y necesidades que alberga el ser humano. En el caso de la red que dirigió el puertorriqueño José Figueroa Agosto, hay muchas falsedades, pero también hay verdades por descubrir.

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