• 19 abril, 2024

Elvis Costello y Kris Kristofferson forman grupo en La Trinidad

San Sebastián-  EFE- El Festival de Jazz de San Sebastián se ha clausurado esta noche con un viaje a las raíces de la música negra de la mano de Jessye Norman y una doble mirada sobre el country, la de Kris Kristofferson, en solitario, y la de Elvis Costello, que con The Sugarcanes ha recorrido además rutas nada campestres.

Pero también ha habido puesta en común, con Costello y Kristoferson cantando juntos en la plaza de la Trinidad para sorpresa de la audiencia que hacía una hora que había despedido al actor y cantautor estadounidense y se estaba preparando para los bises con el británico.

Costello y los seis integrantes de The Sugarcanes han ejercido de anfitriones para el protagonista de «Ha nacido una estrella», que había repasado algunas de sus canciones más conocidas sólo su guitarra, y al que le esperaban tres más en compañía.

«Ha nacido un nuevo grupo», anunciaba Costello, tras recordar que los dos ya habían vivido una experiencia similar con Rosanne Cash, en televisión, y bromear sobre el posible nombre del grupo, si KCC o CCK.

«Pilgrim: Chapter 33» y «This Old Road», de Kristofferson, precedieron a una hermosísima «April 5th», que firman ambos junto a la hija de Jonnhy Cash.

El público del Festival seguramente habría agradecido la fundación de esta alianza al comienzo de la velada, en que se formaron algunos corrillos, ajenos por completo a lo que ocurría en el escenario durante la actuación un tanto monótona de Kristofferson.

El actor, de 74 años, estuvo en San Sebastián junto con un amigo con el que viajaba en autostop en 1958, cuando un «chiquito» costaba una peseta, según ha comentado él mismo por la tarde a los periodistas, a los que ha dicho que Jonnhy Cash «era mejor que nadie, más grande que la vida».

Hoy ha regresado para cantar, entre otras, «Bobby McGee», «Help me make it trough the night», «Nobody Wins» o «Sunday morning coming down», de su lista de éxitos, y «From here to forever», de su último álbum, «Closer to the bone», así como «Sandinista», que ha ido precedida como otras de proclamas sociales y antibélicas.

Antes de llamar a Kristofferson al escenario, Costello y The Sugarcanes habían dicho un primer adiós con «Don’t lie to me» y un bis con «She». Tras los dúos con el cantautor, otra pequeña tanda, que incluyó Alison.

El resto del repertorio contó con «Mystery train», en la apertura, «Blame it on cain», «Down among the wines and spirits», «Slow drag with Josephine» y una docena más de temas en otro estupendísimo concierto de Costello, el segundo en el Jazzaldia en tres años.

La jornada la abría en el Kursaal, en una atmósfera bien diferente, la soprano Jessye Norman, que con su recién estrenado álbum, «Roots, my life, muy song», se ha alejado del repertorio lírico para rendir tributo a la música que ama.

El programa no ha sido una traslación total del disco. Norman se ha centrado en tres homenajes, a los compositores Duke Ellington y Thelonious Monk, a las grandes voces de Nina Simone, Josephine Baker, Lena Horne y Ella Fitzgerald, y a su admiradísima Odetta, cantante y activista.

La soprano, que ha puesto al público en pie, ha hecho unas bellísimas y sutiles interpretaciones de «Stormy weather», de Lena Horne, y de «I’ve got bad and that ain’t good», su canción favorita del «gran Duke».

En los bises «It don’t mean a thing», de nuevo con Ellington, con la que afloró su base lírica, que había mantenido a raya hasta ese momento, y un tema tradicional religioso, con ella sentada al piano.

Antes, había interpretado la preciosa canción «a capella» de Odetta «Another man done gone», con el único acompañamiento de golpes de puños sobre los instrumentos, como los lejanos tambores que fueron usurpados a sus antepasados cuando los trasladaron de África al Nuevo Mundo para convertirlos en esclavos.

Tanto al inicio de este concierto como al comienzo del celebrado en la Trinidad, la organización del Heineken Jazzaldia y el Ayuntamiento de San Sebastián han recordado a las víctimas de la tragedia del «Loveparade» de Duisburgo (Alemania).

«Ojalá nunca vuelva a suceder nada semejante», ha destacado el Festival donostiarra.

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