• 27 abril, 2024

Santiago, una ventana rota

Mileyma IzquierdoPor Mileyma Izquierdo Q.

“Consideren un edificio con una ventana rota. Si la ventana no se repara, los vándalos tenderán a romper unas cuantas ventanas más. Finalmente, quizás hasta irrumpan en el edificio, y si está abandonado, es posible que sea ocupado por ellos o que prendan fuego adentro. O consideren una acera o banqueta. Se acumula algo de basura. Pronto, más basura se va acumulando. Eventualmente, la gente comienza a dejar bolsas de basura de restaurantes de comida rápida o a asaltar coches.”

Este planteamiento se conoce como “Teoría de la ventana rota” y fue desarrollado por dos criminólogos estadounidenses: James Q. Wilson y George Kelling, podemos confirmarlo en la edición de marzo de 1982 de The Atlantic Monthly.

La Teoría de las Ventanas Rotas es muy sencilla: “Si en un edificio aparece una ventana rota, y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por los vándalos”. ¿Por qué? Porque se está transmitiendo el mensaje: “Aquí nadie cuida de esto, esto está abandonado”.

Esta investigación criminal y social urbana es adaptable a la situación actual que se está viviendo en la provincia de Santiago, especialmente en su municipio cabecera, Santiago de los Caballeros.

Aplicando la Teoría de la Ventana Rota y apartándonos de las pasiones que viajan hasta la superficie cuando se abordan temas de municipalidad, podemos hacer una comparación perfecta entre lo que se dice y lo que se hace en Santiago.

Hace unos años, el Ministerio de Cultura, y el Centro León, pactaron con varios centros educativos del sector público por Murales Culturales. Esta iniciativa promueve la cultura, belleza y por tanto la conservación de los muros perimetrales de nuestras escuelas.

Citaremos en esta ocasión los murales de las escuelas Teófilo de Jesús García, mejor conocida como la escuela de Hoya del Caimito; la escuela Santiago Guzmán, a la que todos nos referimos con cariño como “La Escuela de Villa” por su ubicación próxima al sector de Villa Progreso; y la escuela Venezuela, próxima al local del Partido Reformista.

Estos tres centros educativos están ubicados en plena 27 de febrero, son de fácil acceso y muy visibles. Son puntos geográficos de referencia para todo el que reside en esta ciudad. Todos ellos son vulnerables por las zonas donde se encuentran, enclavadas en barrios muy calientes de Santiago. Lugares de mucho movimiento, el comercio es muy activo a todas horas del día y la gente anda siempre con mucho cuidado. Pese al peligro que significa caminar por sus aceras, estas escuelas ostentan unos murales perimetrales hermosísimos que son un orgullo para las personas que viven cerca; nadie los destruye ni los ensucia, al contrario, los cuidan porque embellecen el entorno. La gente los ama y vigila con celo, ¡ni los tigueres le ponen la mano! Y, ay de aquel…

Santiago de los caballeros siempre se ha caracterizado por lo bonito: una ciudad bonita con gente bonita, todo bonito.

La gente de Santiago es gente limpia, ordenada. Sus ciudadanos no esperan hasta diciembre para pintar y arreglar sus casas. Todavía, las doñas se levantan bien temprano a limpiar su frente.

Hoy, Santiago no es Santiago. La Ciudad Corazón no late igual. Estamos en estado de emergencia y abandono. Nuestras avenidas principales están adornadas con montañas asquerosas de basura. Sin justificación alguna, la actual administración municipal no está cumpliendo ni siquiera con esta tarea, la más visible de todas, la recogida de basura.

Cuando llueve, estas copiosas pilas de desechos de todo tipo, se esparcen por todas las calles y avenidas. El hedor es insoportable y las consecuencias aún peores: ratones, mosquitos y gusanos; portadores de enfermedades mortales como el dengue y la leptospirosis.

Esta situación no es culpa de los munícipes, aquí todo el mundo paga por un servicio que no recibe, todos asumimos la responsabilidad de mantener nuestros hogares y negocios limpios. Es entonces cuando le pasamos el balón al alcalde y éste en lugar de encestar se pone a jugar con la pelota.

El malestar provocado en cada residente de esta ciudad es más grande que el desorden y el caos con el que tenemos que lidiar a diario. Es penosa y lamentable la apatía de nuestras autoridades; la indolencia de la actual gestión. El trato indiferente del Ayuntamiento y la locura malsana de que nadie diga nada sensato al respecto.

Cual dolorosa cruz, los santiagueros tenemos que cargar con la vergüenza de saber que nuestros turistas internos y externos, tendrán una percepción errónea de nosotros. Es importante compartir el dato de que diariamente medio millón de personas están de tránsito en Santiago y que recientemente fue declarada “Ciudad Turística” pero la sensación de abandono y la imagen que imprimimos en la gente que viene de paso, es indeseable.

El paisaje citadino de un Santiago que invita al romanticismo, una metrópolis en desarrollo, la capital del Cibao; parece leyenda, un fragmento tomado del libro: “Lo que SERULLE se llevó”. 

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