• 18 abril, 2024

Sonajero

Grisbel Medina

¿Pa’ lante?

Estar pintado de un solo color no es sano para ningún país. La oposición, la disidencia permite cuestionar lo que entendemos como verdades. Un país que se precie de democrático debe tener un Presidente o Presidenta, no un rey con miles de súbditos; no un mandatario con el cuchillo y también el mango; no un dictador, sino un líder sensato.

Que el Congreso sea un bastión del partido de Gobierno alegra a ese bando, pero debe ser y es motivo de dolor e insomnio para los demás sectores que confluyen en esta nación de tantos comandantes enterrados y muchos “héroes” lucrándose de los muertos.

El desencanto histórico y la apatía ciudadana sumaron casi un sesenta por ciento de abstención. El restante estuvo reñido entre el voto obediente a la tarjetita, al bono gas, los chelitos que llegan sin dar un golpe y un partido blanco con poca moral para cuestionar lo que sus gobiernos también han patrocinado.

Más que bailar en una fiesta, la democracia dominicana se despatilló en un sancocho de siete carnes y par de muertos por llorar. Más que conciencia primó el estómago lleno, el sobrecito entregado en cada Intermedio y las frías para caravanear.

Camino a la mesa de votación, escuché a tres personas citar las cifras por las que “darían su voto”. Barajaron entre 300 y 500 pesos oro dominicano. También una  reportera de televisión, con anillo de grado enroscado, dijo que su voto costaba cinco mil pesos, que quien osara sangrar, tendría su voluntad a cambio de cinco “milenta” como bautizaron los taxistas al billete de mil.

La conciencia ciudadana se siembra con educación. Un país educado no sucumbe fácilmente ante el olor del billete y tampoco permite que el estómago suplante la razón. Pero aquí, donde el poder se concentra en un par de manos, a niños y niñas si no los mata la leche, les intoxica también el juguito del desayuno escolar. Eso, sin contar con el precario contenido y las pésimas condiciones de los planteles de la siempre sufrida escuela pública. ¿Pa’lante?, pero ¿pa’ dónde?

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