• 24 abril, 2024

Sonajero

Grisbel Medina R.

¡Llegó papá!

Papá Hipólito es guapo y directo, te llama por tu nombre y suelta rápido lo que tiene en el buche. Es un papá amoroso con sus nietos, le encantan las chacabanas y durante su mandato nunca faltó mangú con huevo en el Palacio Nacional.

Gurabero y puntual como un novio nuevo es Papá Hipólito, el mismo que coquetea la tendencia perredeísta con la cual espera contar para recuperar el terreno cercado por el dinero, la corbata azul, el poco carisma y la mirada corporativa de Miguel Vargas Maldonado. Si, el otrora “embipí”.

El fin de semana, Papá Hipólito estuvo en Santiago, a pocos kilómetros del Gurabo donde  ladraba la perra de mamá Belica. Al asomar el alma y la calva blanquita a la Arena del Cibao, templo de Mícalo Bermúdez y Félix Bautista, el coro, admirablemente espontáneo, retumbó en el bajo techo donde al rato reinó el sentimiento bachatero de El Torito, Héctor Acosta.

Indudablemente Papá Hipólito Mejía quiere volver a ajustarse la ñoña presidencial. Ya no soporta el anonimato y quiere vengarse de aquellos que le endilgan tantas culpas. “Llegó papá” es la consigna que le recibe donde llega. Lástima que le queden lecciones por aprender e insista  andar con Pepe Goico en la espalda.

En el acto donde reconoció las metidas de pata de su gobierno, Papá Hipólito, rodeado del tropel –vestidito de blanco- que tanta vitrina se dió y tanto ordeñó la teta dominicana durante su gestión, se comprometió a enmendar los inolvidables errores de cuatro años de risotadas, descaro de Silvio Carrasco, deslices condonados y deudas multimillonarias.

Papá Hipólito debe saber que los ex compañeritos bochistas se han vuelto leones de Grandes Ligas con inteligencia probada en las artes de crear y mantener nominillas, bonos y tarjetitas. Además, intolerantes ante las críticas son los hijos del otro papá que jamás se arrepiente de lo mal hecho aún le pillen con las manos en la masa ajena. Y aparte de llegar, Papá Hipólito debe percatarse de que la yuca ya no es grande porque la tierra se cansó de parirle a la paternidad tan corrupta como insensata.

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