• 23 abril, 2024

Sonajero

Grisbel MedinaGrisbel Medina R. 

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Once de muchos

La muerte de la niñez pobre del Robert Reid Cabral destapó una realidad tan lastimosa como cotidiana. Los hospitales públicos son un sálvese quien pueda y la mayoría de centros privados solo le aventajan en alto costo y paredes pintadas. La indolencia reina entre camillas y estetoscopio, tanto público como del sector privado. Las autoridades,         -destronados y entrantes- conocen esas realidades, pero es más fácil cortar por las ramas sencillas, por enfermeras mal pagadas, por personal abusado y acosado por la fuerza del rango alto.

Fue la cantidad que activó la alarma nacional. ¡Once fallecidos en un fin de semana! Y anote: este año en el mismo lugar hasta nueve niños han muerto entre viernes y domingo, mientras nos alivia un descanso. Razones de sobra para el espanto.

Más de un doliente de los niños enfermos dejó claro que el personal en servicio estaba más pendiente al “chateo” que a su trabajo. Eso mismo vi en emergencia de Ginecología del hospital Cabral y Báez una madrugada de visita sorpresa. Recuerdo el residente feliz en el chat, como si la vida dependiera de pantallita y teclado.

La tragedia en tumbas pobres destapó las miserias, el abandono, la falta de alma, descuido gubernamental y desidia del personal recostado al sistema de salud. No solo es falta de infraestructuras adecuadas, camillas, asistencia. También lo carcome el abuso de los rangos a los aspirantes a especialistas, el acoso a las estudiantes de medicina, el robo de equipos, las condiciones laborales, la mafia, la indiferencia.

No crea que es distinto en las clínicas, en los centros privados donde pocos dedos se mueven si no los engrasa el billete. Es lo mismo, solo que con otra pinta. Si quiere haga la prueba y asómese a una emergencia. Le atenderán cuatro horas después y alguien con cara de pocos amigos querrá inyectarle un medicamento sin averiguar antes qué tienes. La clave es multar el Seguro y no dejarte ir sin el monto mínimo para cobrarle. Es un sálvese quien pueda definitivamente.

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