De vez en cuando hay que permitirse el ejercicio legítimo de soñar. Sobre todo si andan sueltas las flechas de San Valentín. De alabanza sería anteponer el afán de lucro y el ego de presidencia de Miguel Vargas Maldonado para favorecer un entendimiento con sus compañeros perredeístas en vez de seguir fomentando divisiones que le mantienen en desventaja en la arena política. Y de paso, no vendría mal colar un cafecito entre Luis Abinader y el Guapo de Gurabo en bien de fortalecer la oposición que el público necesita ver para realmente creer.

Plausible en los predios del PLD serían unas sesiones de té verde para sofocar la calentura entre el bando del León y la tendencia que respira y aspira a que Danilo Medina falte a su promesa y se aboque a la reelección presidencial.

En Santiago, el propósito iría a las puertas de Gilberto Serulle, Fernando Rosa, Monchy Rodríguez, Aura Toribio y los demás aspirantes al poder y la millonaria asignación de la alcaldía, para que liberen la ciudad del morado con rosado, de la camisita de cuadros y la sonrisa de Photoshop con que han atiborrado cada palmo de este hogar común.

De vez en cuando es lícito posar la almohada en la ilusión. Por eso me recuesto en la fe del tenista Víctor Estrella, en la humildad de Pedro Martínez y en las proezas de Al Horford para desintoxicarme del siempre amargo y amenazante tono de los Vincho y el refajo del caso Melgen/Meléndez con jóvenes dominicanas  supuestamente alquiladas a la cama sexual de ciertos dignatarios.

Sueño porque no se ama un país condenando a muerte a quienes defienden la situación de los inmigrantes haitianos, pues (seamos serios) nadie quema banderas de suiza paraíso fiscal de cuentas ocultas del HSBC- ni de Alemania, EEUU, Canadá, España, Francia, y otras naciones con ciudadanos que puedan tener pendientes en la justicia dominicana.

La Patria se defiende con honra, respetando la institucionalidad y no amasando dinero a costa de la doble moral con el tema haitiano, que a la larga es una negación de derechos por su condición de pobres y negros. Yo sueño y sueño.