• 19 abril, 2024

Sonajero

Llamadas

snajero.jpgGrisbel Medina R.
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Hay llamadas despertadoras, las que rompen la placidez para recordarte que a nadie le pagan por dormir. Hay llamadas de atención, con la fuerza de un jalón de orejas para dejarte saber que el tropiezo te dolerá si te empecinas en seguir montado en ese rumbo de peligro, de vicio, de desinterés por la formación.

Hay llamadas coquetosas, la del enamorado nuevo, curioso por enterarse de ti, tus rutinas, lo que te mueve, lo que te gusta. Hay llamadas fastidiosas, las del examante que no se resigna a aceptar que su carnaval pasó.

Hay llamadas diplomáticas que llegan a ser compulsivas si no resuelves la situación; caso préstamo bancario, mora en tarjeta de crédito, la grabación de cobro del seguro del carro o la amenaza sin disfraz de quien presta al módico veinte.

Hay llamadas melosas en voz de quienes siempre necesitan un favor y los timbrazos insistentes cuando especialmente es monetaria la solicitud. Hay sorpresa en la llamada de quien entona un feliz cumpleaños a las seis de la mañana o la que, por ejemplo, me sopló “eres la Gris que le da color a mi vida” en pleno girasol de mi juventud.

Hay llamadas de alerta para evitar que te vayas de boca y está el timbre de la madre para que no dejes de comer. Hay llamadas de fuerza, que inyectan la fibra capaz de soliviantar  el lecho de la enfermad o aquella que contagia con las venas de la fe.

Hay otras que dan grima, que levantan ronchas, que desnudan lo peor que hemos tenido y el descaro de las corbatas azules enquistadas en la cúpula política. La del excapitán del Ejército Quirino Ernesto Paulino Castillo, por ejemplo, es una llamada que nadie desearía recibir, con argumentos en detalle difíciles de rebatir.

Si no hemos visto o escuchado lo peor, no estamos lejos de tocar fondo. Con el  corrientazo verbal de Quirino ha muerto la sospecha, se inmoló la duda para dejarle campo abierto a la certeza. Hay llamadas con potencia de maremoto que un abrazo presidencial no alcanza a apaciguar.

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