• 25 abril, 2024

Un alucinógeno de los 'hongos mágicos' podría ayudar a los pacientes de cáncer

Una dosis controlada del ingrediente principal de los hongos alucinógenos parece reducir la ansiedad y mejorar el estado de ánimo en personas que luchan contra un cáncer avanzado, según informan los investigadores.

En un pequeño estudio piloto, el compuesto psilocibina pareció ser seguro, y ningún participante refirió un «mal viaje», señaló el autor del estudio, el Dr. Charles Grob. Su investigación se publicó en línea el 6 de septiembre, y aparecerá en la edición impresa de enero de 2011 de la revista Archives of General Psychiatry.

De hecho, los efectos tendieron a ser buenos, y los pacientes y sus familiares reportaron mejoras hasta seis meses tras su experiencia de una sola dosis de la substancia.

Pero conseguir la financiación y los permisos necesarios para el ensayo tardó cuatro años, aunque apenas participaron una docena de pacientes (todos de cáncer avanzado). Y ya hace 35 años desde que se llevó a cabo un estudio similar, en el apogeo de la investigación médica sobre los alucinógenos en los 50 y los 60, antes de que fuerzas culturales y políticas se movilizaran para acabar con este campo.

Esto plantea la pregunta de cuándo la psilocibina y otros alucinógenos llegarán a los pacientes que podrían beneficiarse de ellos, si es que llegan.

«Justificar esta aplicación en particular es un proceso lento y los datos no son abrumadores», señaló Keith A. Young, vicepresidente de investigación del departamento de psiquiatría y ciencias conductuales del Centro de Ciencias de la Salud Texas A&M, y líder principal del Centro para la Excelencia en la Investigación de los Veteranos de Guerra que Regresan de la VA. «Esto apenas indica que tal vez haya motivo para estudios adicionales. . . Parece que otros métodos podrían ser igual de buenos, por ejemplo, un retiro espiritual. Estos resultados particulares probablemente ameriten más estudio, pero no son abrumadores».

La Dra. Amy Abernethy, directora del Programa de investigación en atención oncológica de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, añadió que «somos juiciosos, e incluso un poco tímidos, respecto a la realización de este trabajo».

Los participantes del estudio actuaron como sus propios «controles», y en dos sesiones distintas recibieron un placebo o una dosis «moderada» de psilocibina (0.2 miligramos por kilogramo de peso corporal), ambos en forma de cápsula.

Además de sentirse más calmados y felices, los hombres y mujeres del ensayo afirmaron sentir conexiones más íntimas con amigos y familiares, y poder abordar mejor temas referentes al final de la vida.

A diferencia de ensayos anteriores, estos participantes no reportaron ninguna disminución en el dolor, aunque los investigadores apuntaron que una segunda dosis podría resultar en mejoras.

«Sugirieron en el artículo que tal vez sería mejor recibir más de un tratamiento, algo con lo que estoy de acuerdo», apuntó Young. «Pensaría que obtener algún beneficio psicológico o de tipo espiritual de esto conllevaría un par de tratamientos».

Abernethy dijo que «sabemos que en algunas personas que tienen una enfermedad avanzada que amenaza la vida, hay un componente existencial verdaderamente sustancial, y una importancia y necesidad por darle sentido a la vida, y que las personas que comienzan a realizar esa transición sufren de muchísima angustia. Volver para hacer las cosas necesarias para cerrar los asuntos pendientes y otras cosas que hay que hacer al final de la vida puede ser muy difícil. Este tipo de intervención [podría] permitir a las personas el tiempo, el espacio y la capacidad cognitiva mejorada para reflexionar sobre la vida y verla de forma distinta, hacer esa transición y volver a un espacio más relajado, regresando a los asuntos de la vida.

«Ocuparse de los asuntos de la vida es hacer lo que es importante y significativo para uno todos los días, aunque no queden muchos días, enfocarse en cosas como despedirse de los seres queridos, que puede resultar difícil si uno está angustiado», añadió.

Ya se ha mostrado que la psilocibina es segura para individuos que tienen trastorno obsesivo-compulsivo, y a Grob, que es profesor de psiquiatría del Centro Médico Harbor de la UCLA en Torrance, California, le gustaría extender este protocolo a un grupo de pacientes de mayor tamaño, utilizando dosis más altas, y quizás añadiendo un segundo tratamiento. También le gustaría hacer estudios con alcohólicos crónicos, y en personas que sufren de síndrome de Asperger.

«Observaríamos la ansiedad social para ver si los individuos logran una mejor capacidad de participar en socialización normativa, o una mejor capacidad para la experiencia de la empatía», planteó Grob. «Se trata de un tipo de estudio completamente distinto del que hicimos, pero creo que podría haber potencial».

Grob y otro autor del estudio fungen en la junta directiva del Instituto de Investigación Heffter de Santa Fe, Nuevo México, que proveyó financiación para el estudio.

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare

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