• 26 abril, 2024

Alejandro Sanz se presenta con gran éxito en Venezuela

Maracaibo- EUN’- ¿Qué si valió la pena esperar seis años por ver y escuchar Alejandro Sanz? ¡Sí, lo valió… y por mucho! Ayer el Palacio de los Eventos de Maracaibo conoció el paraíso a través de la ronca voz de un español que cumplió lo que prometió y mucho más.

Sanz cantó un poco más de dos horas. Cantó con el alma, con cada latido de su corazón, qué dejó de estar partido al reencontrarse con su público venezolano.

Él no se lo creía. Salió a las 9.35 pm al escenario. Se detuvo con las luces apagadas y escuchó los gritos de las casi cuatro mil personas que llenaban recinto. «Maracaibooo… Entonces que, ¿hay concierto?», dijo y tras sus palabras se escuchó un ensordecedor «Sííí».

El día había llegado… Alejandro Sanz estaba en Venezuela. Las pieles comenzaban a erizarse. Él sonreía. Se mordía los labios. Acariciaba las cuerdas de la guitarra, e iniciaba las notas de Mi Peter Punk.

Con una camisa verde que tenía impresa la universal señal de paz y amor, un paltó negro, blue jeans y zapatos de goma negros, un Alejandro Sanz un poco subido de peso comenzaba a entregarse al deseo que tenía de pisar suelo venezolano.

«No saben la emoción que tengo al estar aquí. Si hace once meses y medio cuando arrancó esta gira me hubiesen preguntado qué quería, no lo hubiera dudado: deseaba cerrar mi gira en Venezuela. Y ahora se cumple. Estamos aquí y lo vamos a dar todo».

La complicidad era evidente. Miradas de picardía, grandes sonrisas, ganas de lanzarse al público. Desde el principio comenzó a coquetear. Le hablaba a los ojos de sus fanáticas. Bromeaba. Los hacia reír. Jugaba con su virtuosa banda. Celaba a su público del carismático Mike Ciro, director musical que deslumbro en la guitarra.

El concierto continuó con Lo que fui es lo que soy, Desde cuando, Viviendo deprisa, Nuestro amor será leyenda y su gran éxito Corazón partío.

«Ah, les gusta los temas viejitos. Pero los nuevos son buenos también. Yo insisto, aquí hace calor», dijo riendo mientras le repartía agua al público cercano a de la tarima.

De inmediato llamó al escenario al cantante invidente maracucho Alfonso, quien fue el encargado de abrir el concierto, y compartió con el español el tema Cuando nadie me ve.

El Paraíso de Alejandro Sanz ya estaba estacionado en Maracaibo. Banderas de Venezuela comenzaban a caer en la escena. Sanz las recogía todas. Sentía el tricolor, que ayer lo recibía como si nunca hubiera dejado de estar en Venezuela.

Hice llorar hasta los ángeles, Lola Soledad -tema que en Miami le dedicó a Venezuela, pero que ayer se abstuvo de comentar-, Quisiera ser, Mala, No es lo mismo y Looking for Paradise.

Luego sus manos tocarían las teclas de un piano de cola que desde el inicio del concierto sostuvo una bandera de Venezuela. Ahí tocó Tú no tienes la culpa y ¿Lo ves?. Seguiría con Tu letra podré acariciar.

«Gracias por darme la oportunidad de cantarles. De estar en su tierra», decía con una gran sonrisa en el rostro. Ya era el final. A la primera persona, Mi soledad y yo, Amiga mía, Y, ¿si fuera ella? serían las últimas melodías en sonar en la antepenúltima escala del Paraíso de Alejandro Sanz.

El recorrido seguirá mañana en Valencia y el sábado en Caracas.

Él no dijo adiós. Dijo hasta pronto. No habló ni de Chávez ni de política. Simplemente cantó y se entregó…

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