• 19 abril, 2024

Aún tengo mis dudas

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Manuel Volquez

Por Manuel Vólquez

No entiendo eso de la campaña promovida por la comunidad cristiana contra Netflix por presentar a Jesucristo como homosexual en la serie “La primera tentación de cristo”, creada por el grupo humorístico brasileño de YouTube Porta dos Fundos.

Si Netflix lo presenta de esa forma es porque tal vez sus guionistas y productores habrían comprobado, mediante investigaciones históricas profundas, algunas características particulares del hijo preferido de Dios que la humanidad aún desconoce, pues era un hombre, aunque con algunos poderes y privilegios.

No creo que esa empresa se arriesgaría a difundir ese tema, sabiendo que provocaría la inmediata reacción de los millones de religiosos que se resisten a las críticas respecto a sus creencias sobre la existencia de Dios.

La homosexualidad masculina y femenina no es cosa de ahora. En la antigüedad esa práctica era muy común entre emperadores y emperatrices romanos como Calígula, Nerón, Pilato, Herodes o en Egipto y Grecia.

Se conoce una normativa jurídica llamada “lex Iulia”, una ley de la Antigua Roma aprobada durante el corto periodo de Julio César, que condenaba a la pérdida de los derechos de ciudadanía a todos aquellos de los que se demostraran que se habían entregado sexualmente a otro hombre.

En Roma, las orgías eran un elemento de la vida cotidiana y todos los caprichos sexuales, hasta los que hoy podemos considerar más oscuros, estaban permitidos. Se trataba de un mundo en el que el sexo no tenía barreras y en el que emperadores, emperatrices y reinas arrastraban a sus súbditos a una descarada depravación carnal.

Entre las iglesias cristianas existe una gran diversidad de opiniones en relación a las personas homosexuales. La mayoría de estas instituciones, y muy especialmente la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, rechazan este tipo de relaciones basándose en la tradición cristiana al respecto, como asimismo en la interpretación tradicional de los textos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento.

El posicionamiento de la Iglesia en general ha sido muy negativo en la valoración de este tipo de postura o comportamiento. Históricamente hablando, la Iglesia cristiana, tanto católica como protestante, siempre ha condenado esas acciones libidinosas en hombres y mujeres.

Sin embargo, sacerdotes, ministros, obispos y pastores han sido denunciados en el mundo, e incluso sentenciados en los tribunales, por conductas inapropiadas al sostener sexo con niños menores de edad o adolescentes y abusos sexuales contra monjas.

La Biblia contiene varios textos donde repudia la homosexualidad. Solo bastaría con examinar algunos. Eso fue lo que hice, aunque no soy cristiano ni religioso.

Los capítulos 18 y 20 del Levítico, uno de los cinco libros de Moisés en el Antiguo Testamento, que han sido interpretados como una prohibición total de las prácticas homosexuales, contiene lo siguiente: “Nadie debe tener relaciones sexuales con otro hombre. Eso es algo que me repugna”. (Levítico 18:22); “Si un hombre tiene relaciones sexuales con otro, los dos serán condenados a muerte” (Levítico 18:22 y 20:13).

Lo mismo leí en el libro del Nuevo Testamento, Romanos 1:26,27, donde Dios manifiesta su rechazo a esa relación: “Por esa razón, Dios ha dejado que esa gente haga todo lo que quiera. Por ejemplo, entre ellos hay mujeres que no quien tener relaciones sexuales con los hombres, sino con otras mujeres. Y también hay hombres que se comportan de la misma manera, pues no volvieron a tener relaciones sexuales con sus mujeres, sino que se dejaron dominar con sus deseos de tener relaciones con otros hombres. De este modo, hicieron cosas vergonzosas los unos con los otros, y ahora sufren en carne propia el castigo que se buscaron”.

Estos versículos se han descrito como una referencia bíblica respecto al debate de esa situación. Es la única mención a la homosexualidad femenina, aunque algunos han argumentado que sólo prohíbe la masculina.

En Corintios 1, el apóstol Pablo de Tarso en una carta que escribió a los cristianos de la ciudad de Corinto, famosa en esos tiempos por la inmoralidad, se refiere al amor y el respeto que se le debe dedicar a Dios.

“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni hombres que tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que acuestan con hombres, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios”, (6:9-10).

La principal causa de destrucción de las ciudades Sodoma y Gomorra tuvo que ver con la homosexualidad, independientemente de otras exageradas acciones pecaminosas de sus habitantes, según lo revela la Biblia en Génesis, capítulos 18-19.

El término «sodomía» llegó a usarse para referirse al sexo entre dos hombres, ya sea por mutuo acuerdo o forzado. Era tan grave la situación que los hombres de Sodoma y Gomorra intentaron tener acto sexual con los dos ángeles (que estaban disfrazados de hombres), que fueron enviados por Dios a informarle a su siervo Abraham que abandonara ambas ciudades porque serían destruidas por el pecado (Génesis 19:4-5).

Hay que ver si prosperará la campaña montada por los millones de cristianos sensibles e intolerantes para que sus seguidores dejen de ver las películas y series de Netflix.

Sin ofender a la comunidad cristiana y con el mayor respeto, no creo que eso prospere. Aún tengo mis dudas.

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