• 26 abril, 2024

Carlos Beltrán, víctima de ciertos mitos en Nueva York

carlos-beltran-victima-de-ciertos-mitos-en-nueva-york.jpgORLANDO, Florida, EE.UU. — La frase en inglés para describir a un pelotero sin garra es «soft». Es uno de los calificativos más hirientes que un jugador de Grandes Ligas puede recibir y uno que ha sido usado muy a la ligera con respecto a Carlos Beltrán.

Justificadas o no, las percepciones negativas sobre el jardinero puertorriqueño de los Mets de Nueva York tienen su origen en la noche lluviosa del 19 de octubre de 2006, cuando con las bases llenas vio pasar el tercer strike –una curva de Adam Wainwright– para poner fin a la serie de campeonato de la Liga Nacional, dejando un silencio sepulcral en el desaparecido Shea Stadium.

Tampoco ayudó que una vez no se deslizó en el plato al tratar de anotar desde la intermedia.

Y es así que se hizo pegajoso catalogar a Beltrán como un «divo», lo cual está muy lejos de la realidad de alguien que esta semana tomó la iniciativa propia de renunciar al jardín central, su casi exclusiva posición desde que debutó en 1998 con los Reales de Kansas City.

También está el mito de que su contrato de siete temporadas por 119 millones de dólares, que expira este año, fue un fiasco.

Beltrán es tal vez uno de los peloteros más menospreciados de los últimos tiempos. Su producción y sus gestos le respaldan.

Para quienes insisten en recriminarle que «no juega fuerte», hay que recordar que apenas le tomó una semana reaparecer tras el feo choque de cabezas con su compañero Mike Cameron en San Diego en 2005, cuando ambos intentaban atrapar una pelota.

Indirectamente se le endilgan los malos resultados de la franquicia, que sólo una vez se ha clasificado a la postemporada durante su estancia que comenzó en 2005.

Pero los números que Beltrán ha puesto con los Mets son irrefutablemente notables: 134 jonrones, 493 impulsadas y un OPS (slugging y embasado) de .864

Cuando los Mets colapsaron en ambos meses de septiembre de 2007 y 2008, la culpa puede ser asignada a relevistas que dilapidaron ventajas, pero no a Beltrán. En el septiembre de ’07 disparó ocho jonrones y remolcó 27 carreras, mientras que en ese mismo mes al año siguiente conectó seis jonrones e impulsó 19 rayas.

Antes de ser ponchado por Wainwright, Beltrán había conectado tres jonrones y produjo cuatro carreras en la serie de campeonato contra San Luis.

Beltrán llegó a los Mets cuando la franquicia estaba sumida en la mediocridad y ahora completa su contrato con el equipo otra vez en horas bajas.

Su decisión de pedir pasar al jardín derecho para que su compatriota Angel Pagán juegue en el central demuestra su pragmatismo ante realidades insalvables.

Con 33 años y una rodilla maltrecha por una artritis, Beltrán entendió que el cambio era la única alternativa para prolongar su carrera.

Los Mets y Beltrán manejaron la situación perfectamente, con el equipo muy cuidadoso de no ofender el ego del boricua.

Tras consultar con su agente Scott Boras, su ex compañero Carlos Delgado y su esposa Jessica, Beltrán se presentó a la oficina del manager Terry Collins para decirle que era la hora de cambiar de posición.

«Fue la conversación más profesional que he tenido con un pelotero», declaró Collins.

«No quiero generar distracciones. Quiero hacer las cosas bien. Lo que más le convenga al equipo. Pienso que esto es lo mejor para mí también, para mi rodilla», sostuvo Beltrán.

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