
Un portavoz del Ministerio de Comercio de China afirmó este domingo: “Recurrir a amenazas de aranceles elevados no es la forma adecuada de relacionarse con China. Si Estados Unidos insiste en actuar unilateralmente, China tomará con firmeza las medidas correspondientes para salvaguardar sus legítimos derechos e intereses”. El funcionario añadió: “Nuestra posición respecto a una guerra arancelaria es clara: no la queremos, pero no le tememos”.
La rápida escalada ha afectado a los mercados y generado incertidumbre sobre las negociaciones comerciales en curso. Trump y el líder chino, Xi Jinping, tenían previsto reunirse en dos semanas en Corea del Sur, pero el mandatario estadounidense puso en duda el encuentro citando las restricciones sobre tierras raras.
China defendió sus nuevas regulaciones como “medida legítima” y responsabilizó a Washington de la escalada, señalando que EE.UU. agregó varias empresas chinas a su lista de control de exportaciones y amplió los aranceles especiales en puertos para barcos chinos tras la última ronda de negociaciones en Madrid en septiembre.
El portavoz chino calificó las acciones estadounidenses de “dañar gravemente los intereses de China y socavar el ambiente de las conversaciones económicas y comerciales bilaterales” y anunció que las medidas sobre tierras raras incluyen restricciones más amplias sobre minerales y tecnologías de producción, abarcando aplicaciones militares y semiconductores. Esto afectaría a industrias globales y cadenas de suministro tecnológico, desde dispositivos electrónicos hasta aviones de combate.
Trump criticó la medida china en Truth Social como “extremadamente hostil” y “una vergüenza moral”, mientras expertos subrayan que Beijing solo replicó restricciones similares a las que Washington ha impuesto durante años sobre semiconductores y exportaciones.
China denunció además el doble rasero estadounidense, argumentando que EE.UU. ha abusado del concepto de seguridad nacional para imponer restricciones unilaterales de jurisdicción extraterritorial sobre más de 3.000 productos, frente a los poco más de 900 que regula China. Esta semana, Beijing adoptó tácticas similares, marcando un cambio estratégico en su enfoque comercial.
