• 25 abril, 2024

Conviviendo con virus asesinos

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Manuel Volquez

Por Manuel Vólquez

China anunció que ha empezado a desarrollar una vacuna con la que prevé combatir al nuevo coronavirus causante de la neumonía de Wuhan, que hasta el momento se ha cobrado al menos 56 vidas entre los 2.047 contagiados diagnosticados en el país asiático.

Esta pandemia ya se ha detectado en Estados Unidos, Canadá y otros país, lo que evidencia que se expande a ritmo acelerado por el mundo causando alarma en las personas.

Las enfermedades infecciosas transmisibles (o contagiosas) se pueden propagar directamente desde el individuo infectado, a través de sus secreciones, su piel o sus mucosas o, indirectamente, a partir de la contaminación del aire, de la interacción con aerosoles, de un objeto inanimado o de un alimento por la persona.

El coronavirus no es más que otra enfermedad que se añade a las que durante años han causado millones de muertes y no han sido erradicadas del planeta por más esfuerzos que realizan los médicos y científicos famosos del universo.

Tal parece que viviremos a merced de ellas, asustados y esperanzados de que algún día ocurra un milagro y desaparezcan.

Existen otros tipos de virus que, ya sea por su alta tasa de mortalidad o por su gran número de muertes, son altamente mortíferos. Muchas generan síntomas como fiebres hemorrágicas, similares al ébola, que no tienen ni cura ni tratamiento, y que se cobran miles de vidas cada año, especialmente en zonas no desarrolladas.

Existen casos horribles que se han convertido en una sentencia de muerte para la humanidad, como las siguientes: Malaria, Viruela, Marburgo (el virus más peligroso del mundo que produce vómitos, convulsiones y sangrado de las membranas mucosas, la piel y los órganos) Hepatitis viral, que cada año mata a 1,45 millones de personas; el SIDA y la Tuberculosis.

¿Cuál es la enfermedad que causa más muertes en el mundo?

Según estimaciones de la obra Causes of death 2008 update (Causas de muertes en el 2008) en ese período se produjeron 57 millones de defunciones, 36 millones de estas fueron el resultado de causas que encajaban en la categoría general de todas las enfermedades no transmisibles. Por su parte, los males transmisibles, maternas y perinatales, causaron 16 millones de pérdidas humanas y las causas externas y los traumatismos generaron 5 millones de muertes.

Desglosando estas categorías generales, las principales causas de muerte en ese período son las siguientes:

Cardiopatía isquémica, afección cerebrovascular, infecciones de las vías respiratorias inferiores, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfermedades diarreicas, VIH/SIDA, cánceres de traquea, bronquios o pulmón, tuberculosis, diabetes mellitus, traumatismos por accidentes de tráfico, cardiopatía hipertensiva, prematuridad y peso bajo al nacer.

Según destaca la última edición del Robbins. Patología Humana (10ª edición), cada día se descubre un número sorprendente de agentes infecciosos nuevos. Esta peligrosa amenaza para la salud mundial

se explica por diversos motivos como por el Helicobacter pylori, que produce gastritis y enfermedad ulcerosa péptica, descrito en la década de los ochenta.

Más recientemente, se descubrió una nueva causa de lepra, que se identificó mediante la secuenciación del ADN bacteriano a partir de material de biopsias de pacientes fallecidos por lepra .

Los animales son fuente de contagios para las personas. Dos coronavirus que producen infecciones graves de la vía respiratoria en humanos, el coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio y el que provoca el síndrome respiratorio agudo grave (SRAG), posiblemente pasaron a las personas a partir de los animales y fueron detectados por vez primera en 2003 y 2012, respectivamente. (Fuente: Revista Elsevier, 25 de junio 2018).

Los datos anteriores nos dicen que estamos obligados a convivir con enfermedades asesinas que terminan venciéndonos por más esfuerzos que hagamos para evitarlas.

Algunos males son cíclicos, es decir, desaparecen y retornan luego al medio ambiente (la gripe). Somos sus rehenes. Otros son inducidos de manera intencional para luego producir medicamentos preventivos, no curativos, beneficiando así a las multimillonarias industrias farmacéuticas, según lo explica la doctora canadiense Ghislaine Lanctòt en su libro “La mafia médica”.

El buen sentido común nos induce a estar alerta, tomar precauciones y seguir las orientaciones de los especialistas para adoptar medidas que, al menos, preserven nuestras vidas, sin entrar en escena de pánico, pues el pánico es otra enfermedad tal vez más mortal que las ya mencionadas, aunque lo cierto es que nada nos salva de la muerte.

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