• 26 abril, 2024

Cuentos Sociales

Alimentos Inofensivos?
De Marcos Sánchez
El paladar de una persona es algo que no se puede controlar, especialmente si usted vive en República Dominicana.

La gastronomía callejera de esta hermosa media isla, ha sido testigo de «salvarle» el día a un sinfin de trabajadores informales y privados, éstos últimos amantes fiel de la misma y por vergüenza social, la mandan a buscar.

Lo cierto es que si uno se pusiera a averiguar los ingredientes de muchos alimentos que consumimos como normales o inofensivos, no habría forma natural de poder comer. Por supuesto, todo quien me adverse, saldrá a la defensa de los alimentos naturales libres de grasa y sus homólogos.

¿Se han puesto a pensar el proceso de higienización por el cual pasa un apetitoso y crujiente muslo de pollo antes de llegar a sus manos?. ¿O las andadas en patios cualquiera de patos detrás de insectos?. La lista es interminable.

Tomando en cuenta este hecho, hace un tiempo andaba de parranda con unos amigos. Después de un extenso lapso y tragos, decido ir a buscar algo de comer a un populoso centro comercial.

La variedad no era tan amplia, tenía poco dinero y tuve que sucumbir ante algo práctico…

-«¿Tienen de ese sandwich de pechuga de pollo?»

-«Tendrá que esperar unos quince minutos señor»

-«No hay problemas»

-«¿Con qué tipo de bebida ordenará su sandwich: refresco, jugo natural o cerveza?»

-«¿Las papitas fritas vienen incluídas de todas formas?»

-«No señor. Las papitas sólo vienen con el refresco y la cerveza»

-«Entonces no deberían preguntarle a uno por el jugo. ¡Pero bueno! usted es empleada. Voy a elegir el refresco»

-«¿De 12 ó 15 onzas señor?»

-«Asumo que el de 15 onzas es más caro, ¿verdad?»

-«Le cuesta un poco más señor, pero le salen gratis 2 porciones de salsa agridulce»

-«No. Sólo déme el de 12 onzas con el refresco»

-«Muy bien. Siéntese y le llamo una vez su orden esté lista»

Me siento en un área que da acceso visual a la calle. Los asientos están diseñados para compartir a nivel familiar y se me acerca una señora con un niño llorando

-«Discúlpeme, ¿me puedo sentar?»

-«Sí, sí, por supuesto señora»

-«Ay muchas gracias. Este muchachito me tiene a cogé el monte. Una lloradera permanente»

-«¿Será que tiene hambre?»

-«Bueno es posible, pero lo que le voy a dar de comer es una gelatina»

La señora andaba con un bulto que bien emulaba una minicafeteria infantil, ya que tenía una variedad de antojitos para el menor. De ellos, saca una colorida gelatina

-«¡Bien! ¡Aquí está! Con esto te llenaras mi cosa bella»

En un momento, llega una de las dependientes a nuestra mesa

-«Señor, disculpe los inconvenientes. El muchacho de la cocina nos informó que ya se acabaron las pechugas. ¿Podemos ofrecerle un pica pollo mediano con el resto de la orden?»

-«¡Vaya! ¡Nada! tráigame entonces el pica pollo mediano»

Se retira la muchacha y vuelve en un abrir y cerrar de ojos

-«Ahí se son ellos rápidos. Usted me excusa, pero yo no como pollo en todos los sitios», dice la señora

-«Bueno en realidad no tenía muchas opciones»

-«¡Jesús santísimo! ¡esa gente así de pésima con el servicio, me imagino el desastre en esa cocina!»

-«Si nos ponemos a pensar en eso, comeríamos alimentos selectos»

-«¡A Dios que reparta suerte!. Por eso es que yo a mi muchacho le doy este tipo de alimentos inofensivos»

-«Medianamente señora»

-«¿Cómo así?»

-«La gelatina se crea a base de recortes de piel sin curtir del ganado vacuno y los huesos y carnes de cabeza que les sacan la grasa y luego se trituran 24 horas después de haber eliminado al animal»

-«¡Virgen de la Altagracia! ¡¿Y eso que usted me dice podrá ser cierto?!»

-«Sólo invetíguelo y se dará cuenta por si misma»

-«¡Pero esto ha estado en el mercado por años! Todo el que fue niño comió gelatina en algún momento de su vida, incluso usted!»

-«Cierto, pero cuando se obtiene la oseína, del proceso que le dije, el líquido se esteriliza a 145 grados y a una velocidad ultra rápida, se enfría para ponerla sólida»

La señora me dio una mirada de muerte y abruptamente se retiró del lugar.

Dicen por ahí que saber no cuesta nada y también he aprendido que la ignorancia es bastante atrevida.

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