• 25 abril, 2024

Cultura Viva

Por Lincoln López

ICONO DE LA RADIO DOMINICANA

Su voz  sigue teniendo ese timbre o color de siempre,  inconfundible…irrepetible.

Su voz considerando el rango dado a las voces masculinas por la escuela francesa del siglo XIX  es clasificada como: Grave o Bajo (entre 70-300 Hz.).

Su voz  ha sido su principal herramienta como profesional de la locución, en sus distintas especialidades.

Su voz, su pensamiento y sus hechos tienen algo en común: claridad, precisión y  veracidad.

Su voz  ha narrado desde sus inicios en 1947 en el “Macorís del mar”  los acontecimientos de la sociedad,  y con ella ha fraguado sus concepciones, sus sentimientos y su compromiso social. Día a día, paso a paso, Santo Domingo, Puerto Rico, Venezuela, Costa Rica, Cuba,  la Ciudad Corazón…

Sus viajes por varios continentes y  decenas de ciudades, y su interés por todo el universo de la cultura, especialmente la música y lugares importantes, hacen de él un intelectual con un plano integral.

Su voz fue lo primero que identifiqué. Allá en la infancia santiaguera, en aquellos candorosos programas radiales  que ponían a revolotear nuestra imaginación en donde dejó grabada su gran calidad de actor  de los personajes que interpretó.

Su voz se agigantó después con La Situación Mundial (1965),  con una legión de oyentes extraordinaria, y mi casa no la excepción, fue un invitado permanente no recuerdo por cuanto tiempo, porque mi padre creía en lo que él decía, y nosotros, por ende, también. Su posición sobre los abusos del poder político de entonces ejerció en mí algún influjo en mi conciencia.

Supe de su trabajo artístico como actor en el Teatro de Bellas Artes de Santiago. Una actividad suya poco difundida, pero su nombre se evocaba y se destacaba en las aulas cuando condiscípulos hablaban de él como parte de la historia del teatro en esta ciudad, creado oficialmente en los últimos seis años de la Era de Trujillo. Precisamente

en el Gran Teatro del Cibao iniciamos una relación más cercana, año de 1998,  con ocasión de la puesta en circulación de su libro: “Mis 50 años en la Radio” en el que recoge algunas de sus experiencias como locutor y periodista, así como datos históricos personales.

En sus páginas expone con humildad las veces que su vida peligró defendiendo sus creencias. Los Doce Años. Otras fueron olvidadas. Básicamente aquellas que hirieron su sensibilidad, cuando se manifestó la “ingratitud de los hombres”.

Un dato de su vida adulta que resulta inseparable es: Doña Minucha Pezzoti. Su esposa. Cara y cruz de una misma profesión de calidad. Vidas paralelas en una misma dirección de amor generosamente expresado en sus once hijos, y ninguno propio.

Nueva vez la sociedad agradecida le rinde un merecido reconocimiento, y la iniciativa corresponde a un medio de comunicación llamado Tele Unión que designó su estudio principal con su ilustre nombre.

Porque encarna cualidades, porque tiene significación,  porque es considerado una figura de primera magnitud.

Icono de la radio dominicana: Don Ramón De Luna

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