• 4 diciembre, 2024

Elvis, lo nuevo de Baz Luhrmann

Carismático deicida.

En el mundo de la música popular del siglo XX nadie, absolutamente nadie, posee el carisma de Elvis Presley. Un carisma animal que le hacía contorsionarse en un escenario como nadie y que hacía estallar confetis en el corazón de las chicas quienes, agradecidas, le lanzaban sus pantis como señal de entrega. A las damas mayorcitas, les despertaba un fuerte Complejo de Electra que disimulaban con poco éxito detrás de sus sonrisas.

Para que estemos claros, Elvis era la encarnación de todas las tentaciones pero, al mismo tiempo, una experiencia religiosa que convocaba emociones celestiales y exorcizaba demonios.

Un deicida que, paradójicamente, era la respuesta a las plegarias de miles de creyentes. La afirmación no es casual: la música que creó Elvis era una mezcla del country (ese sonido de los campos de blancos), del góspel (cánticos de las iglesias evangélicas de USA) y del rhythm and blues (ese sonido de los pueblos de negros del sur) que fue bautizada a mediados de los 50 como “Rock and Roll”.

A los fines prácticos, esa nueva música lograba lo mismo que una alabanza: todos eran poseídos por una energía superior que los hacía caer en trance y alcanzar el éxtasis, sin cobrar el diezmo, solo el ticket de entrada. Con razón los mojigatos de siempre se espantaron ante este fenómeno de la naturaleza que era Elvis Presley.

En ese sentido, puede afirmarse que nadie contribuyó musicalmente tanto como Elvis a la integración racial de los Estados Unidos: su música de blancos y de negros la bailaba como un negro en el escenario y gustaba a todos por igual, al margen de las razas. Sentó las bases para romper con los rígidos códigos morales de la radio y la televisión de la época.

Y, en el contexto de una sociedad que se permite asesinar algunos de sus líderes progresistas, desde Martin Luther King hasta Bobby Kennedy, Elvis emerge como la voz de la razón cuando canta If I Can Dream, una canción de profunda protesta social que cuestionó el establishment.

Pero la fama es un monstruo que devora a sus propios hijos, sobre todo a los que como Elvis dejan, literalmente, la vida en el escenario, el único sitio en que se encontraba en paz consigo mismo, con la ayuda de las pastillas de colores.

Taking Care of Business.

Baz Luhrmann es un director de cine australiano que, como Presley, posee un estilo narrativo trepidante que convoca al espectador a un estado de éxtasis, como consecuencia de una edición vertiginosa que desafía las convenciones de los géneros. Esa sola condición lo hace candidato ideal para la primera biopic del “Rey del Rock ‘n Roll”. Increíble: que Hollywood nunca haya hecho una película sobre Elvis, aunque haya aparecido como personaje incidental en todas las películas que se hacen en Las Vegas. Por supuesto, dejamos fuera a Elvis (1979), un filme hecho para la televisión y protagonizado por Kurt Russell.

Luhrmann debutó con Strictly Ballroom (1992, con la que ganó el AFI al mejor director y al mejor guion) y luego ha dirigido otras cuatro películas, a saber: Romeo + Julieta (1996, con la que ganó el Bafta al mejor director y mejor guion), Moulin Rouge! (2001, con la que ganó el Globo de Oro al mejor director y el Premio PGA), Australia(2008) y El Gran Gatsby (2013).

Si ha visto algunos de estos títulos, no tengo que explicarle el cuidado y la significación que Luhrmann pone en sus bandas sonoras, al igual a los elementos visuales como la composición fotográfica, decorado, iluminación, vestuario y maquillaje, con los que logra atmósferas surreales, pero que funcionan de mil maravillas a sus propósitos dramáticos.

Luhrmann y Craig Pearce, su coguionista habitual, han abordado la historia de Elvis desde la perspectiva del Capitán Tom Parker, un manipulador promotor que le prestó sus servicios como manager a cambio del módico 50% de todo el dinero que produjo “El Rey”, una muy tóxica relación de negocios que terminó en los tribunales.

Elvis funciona como solo vehicle para Austin Butler en un papel que le cambiará la vida. Temporada de pronósticos: en Hollywood no se han guardado un solo elogio para Butler y desde ya se da como el nombre a vencer de cara al Oscar al mejor actor. Butler, para los que tienen dudas, puso su voz a las canciones más antiguas de Elvis, para poder remezclarlas en dolby. Los académicos admiran estos detalles y tienen ciertas debilidades por los músicos, como se puede comprobar en las recientes Ray (2004, Oscar para Jamie Foxx) y Bohemian Rhapsody(2018, Oscar para Rami Malek).

El ganador del Oscar Tom Hanks aporta un apoyo extraordinario, por lo que tampoco se descarta otra nominación para el más reciente ganador consecutivo del Premio de la Academia, por Philadelphia (93) y Forrest Gump (94).

Si observan detenidamente, todos los elementos promocionales de Elvis incluyen las iniciales TCB en el logotipo. “Taking Care of Business” (algo así como “cuidando el negocio”) era el mantra de la Mafia de Memphis que explotó por años a Presley, su gallina de los huevos de oro, un dotado de carisma que todavía hoy se mantiene como un ícono fundamental en la conformación de la identidad de los Estados Unidos.

El filme va camino a convertirse en un éxito de taquilla para Warner. Si cuidan su negocio, tienen en sus manos uno de las mejores cartas para jugar en la Temporada de Premios.

Elvis (2022). Dirección: Baz Luhrmann; Guion: Baz Luhrmann y Carig Pierce; Fotografía: Mandy Walker; Edición: Jonathan Redmond y Matt Villa; Música: Elliott Wheeler; Elenco: Austin Butler, Tom Hanks, Olivia DeJonge, Kelvin Harrison Jr.

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