En algunos pacientes, los antihipertensivos aumentan la presión arterial
Unos populares medicamentos para controlar la hipertensión podrían en realidad aumentar la presión arterial en un porcentaje «estadísticamente significativo» de pacientes, según informan investigadores.
La advertencia tiene su origen en un nuevo estudio que aparece en la edición en línea de la revista American Journal of Hypertension. En la investigación participaron 945 residentes de la ciudad de Nueva York que participaban en un programa diseñado para controlar la presión arterial alta en el lugar de trabajo entre 1981 y 1998.
«Todo profesional clínico sabe que hay una variación en la respuesta al tratamiento antihipertensivo, y que algunos pacientes experimentarán un aumento en la presión arterial», aseguró en un comunicado de prensa de la American Society of Hypertension el autor del estudio, el Dr. Michael Alderman, profesor de epidemiología, salud de la población y medicina del Colegio de Medicina Albert Einstein de la Universidad de Yeshiva, y ex presidente de la asociación. «Este último fenómeno por lo general se atribuye a que el paciente no toma sus medicamentos, o a un evento aleatorio. Pero estos datos muestran que no se trata de un evento aleatorio».
Ninguno de los participantes del estudio, que tenían una presión arterial sistólica de al menos 140 mm Hg, había sido tratado por hipertensión antes de inscribirse en el estudio. Una vez inscritos, a todos se les recetó uno de dos tipos de medicamentos antihipertensivos: un fármaco llamado medicamento «V» para reducir el volumen sanguíneo (mediante un diurético o un bloqueador del canal de calcio) o un fármaco llamado «R» (un bloqueador beta o un inhibidor de la ECA) para reducir la enzima renal (renina) que es vital para el control de la presión arterial.
Tras monitorizar y revisar tanto la actividad de renina plasmática (ARP) como los niveles de presión arterial sistólica durante el tratamiento, Alderman y su equipo encontraron que los niveles de renina en plasma predecían si un medicamento «V» o «R» beneficiaría o resultaría problemático para un paciente en particular.
En general, 7.7 por ciento de los pacientes experimentaron un aumento clínicamente significativo en la presión arterial de 10 mm Hg o más. El mayor porcentaje de estas respuestas, con 16 por ciento, ocurrió en pacientes con niveles bajos de renina que recibieron un fármaco «R» (un bloqueador beta o un inhibidor de la ECA).
En vez de un evento al azar, una elevación de la presión arterial por un fármaco en particular sugería «una mala correspondencia entre el estatus de renina del paciente y el medicamento», señaló Alderman. «Nuestros hallazgos sugieren que los médicos deben usar los niveles de renina para predecir el primer medicamento más adecuado para tratar a los pacientes de hipertensión». Por ejemplo, los investigadores escribieron que «nuestros datos indican que los pacientes con valores bajos de ARP están en el mayor riesgo» de un aumento clínicamente significativo de la presión arterial sistólica si se les receta un medicamento R.
Controlar los niveles de renina sería particularmente útil para dos grupos de pacientes, anotaron Alderman y colegas: los que toman medicamentos para la presión arterial por primera vez, y los que ya están en un régimen que incorpora varios antihipertensivos a la vez.
Monitorizar los niveles de renina «aumentaría las probabilidades de alcanzar un control de la presión arterial y reduciría la necesidad de que los pacientes tomen antihipertensivos adicionales», añadió Alderman.
La prueba de la actividad de la renina plasmática se ha usado durante años para determinar la causa subyacente de la hipertensión de un individuo (si es causada por un exceso de volumen sanguíneo, vasos sanguíneos constreñidos, o ambas cosas), pero la prueba es costosa y hacerla con precisión es difícil. Algo alentador, apunta el equipo investigador, es que en años recientes la prueba de la actividad de la renina plasmática se ha hecho más eficaz, y está disponible más ampliamente que antes.
El Dr. Stephen A. Siegel, profesor asistente clínico de medicina en la Universidad de Nueva York, concurrió en que la monitorización de la renina podría ser un «método excelente» si los médicos pueden identificar un nivel de la enzima que constituya una línea divisoria que separe con claridad a los pacientes que se beneficiarían de un fármaco en particular y los que no.
«Hace tiempo observamos los niveles de renina», apuntó, «pero ha tenido un beneficio ambiguo porque ha sido difícil ponerse de acuerdo sobre un nivel estable en particular que indique problemas. Así que me siento un poco reacio de endorsar este método con entusiasmo para abordar el problema».
«Sin embargo, nuestra sofisticación aumenta, y las mejoras en la prueba podrían hacer que ahora resulte mucho más útil para evaluación preventiva», añadió Siegel. «Y con toda seguridad, conceptualmente, el problema que este trabajo aborda es real, porque no todos somos iguales. Mientras que en los 60 y los 70 nuestras opciones de antihipertensivos eran muy limitadas y poco sutiles, hoy día se está haciendo mucho trabajo para individualizar a los pacientes y ver qué tratamiento funciona mejor en cada caso, en lugar de agruparlos a todos en una sola categoría de hipertensión. Este tipo de trabajo es muy importante».
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare