• 25 noviembre, 2024

"En la salud y en la enfermedad" no es el destino de muchas mujeres

Surgeon checking pacient neck before surgical operationEl voto matrimonial de permanecer fiel «en la salud y en la enfermedad» parece aplicarse más a las esposas que a los esposos cuando uno de los cónyuges enferma gravemente, según una novedosa investigación reciente.

Los científicos sociales encontraron que el riesgo de divorcio en las parejas heterosexuales mayores casadas aumenta cuando la esposa, pero no el esposo, experimenta una crisis de salud como un cáncer, problemas del corazón, una enfermedad pulmonar o un accidente cerebrovascular.

«Cuando las esposas se enfermaron, alrededor del 50 por ciento de los matrimonios terminaron en divorcio», señaló la autora del estudio, Amelia Karraker, investigadora postdoctoral del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan. «Tenemos [evidencias] anteriores firmes de que esto podría tener un componente sexual, de que sería probable que la enfermedad de la esposa se asocie más firmemente con el divorcio que la del esposo. Pero es alentador ver que los datos lo respaldan».

El estudio fue presentado el 1 de mayo en la reunión anual de la Asociación de la Población de América (Population Association of America), en Boston. La investigación presentada en conferencias científicas normalmente no ha sido revisada por profesionales ni publicada, y los resultados se consideran preliminares.

Alrededor del 36 por ciento de todos los matrimonios terminan en divorcio en EE. UU. por cualquier motivo, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.

Karraker y su coautor analizaron datos recogidos durante 20 años sobre más de 2,700 matrimonios heterosexuales. En el momento de la primera entrevista en 1992, al menos uno de los cónyuges tenía más de 50 años.

Se examinó el efecto sobre el matrimonio de la aparición de cuatro crisis graves de salud (el cáncer, los problemas cardiacos, la enfermedad pulmonar y el accidente cerebrovascular), y más esposos que esposas contrajeron dichas afecciones durante el estudio.

Solo unos pocos estudios anteriores han examinado el rol de la mala salud sobre el divorcio posterior, y han resultado en hallazgos mezclados. La mayoría de esas investigaciones examinaron a parejas más jóvenes, apuntó Karraker.

Anotó que el nuevo estudio «habla de una etapa distinta de la vida», pero que sus datos no indicaron cuál de los cónyuges inició el divorcio. Las investigaciones anteriores han sugerido que las mujeres inician alrededor de dos tercios de los procedimientos de divorcio.

Si la esposa decide abandonar el matrimonio tras caer enferma, quizá sea porque está insatisfecha con qué tan bien su esposo la cuida, dijo Karraker. Si el esposo decide marchar, quizá lo haga para buscar una relación con una pareja más sana.

El nuevo estudio no pudo explicar exactamente por qué el riesgo de divorcio se eleva cuando las esposas enferman, pero Karraker dijo que espera obtener información sobre esos aspectos con investigaciones posteriores.

Markie Blumer, profesora asociada de estudios del desarrollo humano y la familia de la Universidad de Wisconsin en Stout, dijo que espera que más estudios como este examinen las relaciones a medida que las personas pasan a la mediana edad y la adultez tardía.

Blumer, que alabó el nuevo estudio por el gran tamaño de su muestra, dijo que los resultados podrían fomentar conversaciones importantes y ampliar el respaldo de los profesionales clínicos y los servicios sociales para las parejas en que uno de los cónyuges enferma.

«Creo que es realmente una llamada de alarma para las personas que envejecen, sus familiares y los profesionales de la atención sanitaria de que deben tener en cuenta la forma en que una enfermedad afectará los requerimientos de cuidados», señaló Blumer, quien no participó en la investigación. «Ser un cuidador es uno de los trabajos más estresantes que puede tener una persona».

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