¿Enfermedades catastróficas inducidas?
Por Manuel Vólquez
Es normal que los seres humanos sientan temor ante el recorrido del coronavirus por el mundo. Nadie desea morir, aunque ese es el destino final. No somos inmortales y lo normal es que nos aterroricemos cuando surge una pandemia de ese nivel.
El coronavirus me ha motivado a investigar sobre los efectos de las epidemias más antiguas y encontré detalles importantes.
Desde la antigüedad, la humanidad ha sido atacada por enfermedades catastróficas. Dentro de este rango se encuentra el cáncer, la diabetes, los accidentes cerebrovasculares, las cardiopatías y la insuficiencia renal crónica. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, este tipo de padecimientos son la principal causa de mortalidad.
En el ámbito económico, una epidemia catastrófica involucra un desembolso monetario significativo, que excede el presupuesto familiar. Obvio, los pobres mueren más rápido a falta de recursos financieros. Los ricos pueden sobrevivir, aunque no siempre es así pues hay casos que no tienen solución pese a la abundancia de dinero.
Pueden ser, además, subdivididas en dos categorías: dolencias siniestradas, que se resuelven en el corto plazo, sin tratamientos prolongados y con un alto costo por episodio y las enfermedades crónicas, que necesitan de atención por periodos largos, prolongados, las que no necesariamente conllevan un desprendimiento inmediato de dinero, pero que sí representan un gran flujo de gastos con el tiempo.
Estudios de los antiguos restos humanos ha revelado las afecciones que han acompañado a la humanidad durante más tiempo. Tanto las anomalías óseas como las pruebas de ADN tomadas de esqueletos y momias han ayudado a determinar las complicaciones infeccionas, bacterianas o virales que provocaron la muerte de nuestros antepasados.
Algunas de los casos más impactantes en la actualidad son el cáncer, hepatitis, VIH-SIDA, diabetes, fibrosis quística y artritis reumatoide. El cáncer es el trastorno que más número de muertes representa en el mundo cada año.
En la antigüedad, cuando no existían tantos hospitales ni sofisticados equipos para el tratamiento de las enfermedades, los médicos se la ingeniaban para enfrentarlas, curarlas o no.
Cerca del año 400 A.C, (antes de Cristo) el médico ateniense Hipócrates catalogó las enfermedades de su entorno y el cólera se encontraba dentro del listado. Hipócrates era un galeno griego nacido en la isla de Cos, Grecia, el año 460 AC. Fue visto como el médico más grande de todos los tiempos y basó su práctica en la observación y el estudio del cuerpo humano.
De ahí que cuando un profesional se gradúa en la carrera de medicina debe hacer el Juramento Hipocrático ante la sociedad. Su contenido es de carácter ético, aunque en la práctica muchos galenos no honran ese oficio.
Además del cólera, Hipócrates registró en el listado dolencias peligrosas como tifoidea, lepra, viruela, rabia, malaria y tuberculosis.