Envejecer con VIH es una nueva realidad para muchas personas mayores de 50
Medline Plus- Un día de enero en 1991, la periodista profesional Jane Fowler, de 55 años de edad, abrió una carta de una compañía de seguros que le informaba que su solicitud de cobertura había sido denegada debido a una «anomalía sanguínea significativa».
Esa fue la primera pista, que luego se confirmó en el consultorio de su médico, de que la nativa de Kansas City, Kansas, había contraído VIH de alguien con quien había salido hacía cinco años, un hombre con quien había tenido una amistad durante toda su vida adulta. Habían salido durante dos años tras el fin del matrimonio de ella, que había durado 24 años.
Ahora, Fowler tiene 75 años y está sana gracias a la llegada de los medicamentos antirretrovirales. Recuerda lo devastada que la dejó su diagnóstico.
«Ese día, llegue a casa y literalmente me metí en la cama. Me preguntaba qué sucedería», comentó. Durante los cuatro años siguientes, Fowler, que una vez fue una escritora y editora activa y exitosa, vivió en lo que denomina «semiaislamiento» y permaneció en su apartamento casi todo el tiempo.
Luego, se dio cuenta de que al aislarse no ayudaba a nadie, mucho menos a sí misma.
Fowler comenzó a comunicarse con expertos y otros estadounidenses mayores poco a poco, para buscar más información sobre la vida con VIH en la edad avanzada. Para 1995, había ayudado a fundar la National Association on HIV Over 50. Y a través de su programa, Sabiduría sobre el VIH para Mujeres Mayores, hoy en día Fowler se presenta a públicos de todo el país para hablar sobre los desafíos de la vida con el virus.
«Decidí expresarme, para darle a esta enfermedad un rostro viejo, arrugado, blanco y heterosexual», señaló. «Pero mi mensaje no es solo para cierta edad. Todos tenemos que entender que podemos estar en riesgo».
Este miércoles, Día Mundial del SIDA, ese mensaje podría ser más urgente que nunca. En un foro reciente en la Casa Blanca sobre VIH y envejecimiento, donde Fowler participó, los expertos presentaron nuevos datos que sugieren que a medida que la epidemia de VIH/SIDA entra en su cuarta década, los que lo sufren también se hacen más viejos.
Un informe, llevado a cabo por la AIDS Community Research Initiative of America (ACRIA), señaló que 27 por ciento de los estadounidenses diagnosticados con VIH tienen ahora 50 o más años de edad, y que para 2015 ese porcentaje podría haberse duplicado.
¿Por qué? Según el Dr. Michael Horberg, vicepresidente de la HIV Medicine Association, ha habido una confluencia de factores sociales negativos que ha llevado a más infecciones por VIH entre las personas de mediana edad o mayores.
«Ciertamente, con la llegada de Viagra y fármacos similares para tratar la disfunción eréctil la gente es más sexualmente activa, porque puede hacerlo», explicó Horberg. También existe la percepción de que el VIH ahora es tratable con regímenes farmacológicos complejos, aunque con frecuencia conllevan efectos secundarios molestos, señaló.
Por su parte, Fowler dio que cada vez más estadounidenses mayores se divorcian (como ella) o enviudan, y vuelven al juego del romance.
Y con demasiada frecuencia, los médicos no se dan cuenta de que sus pacientes mayores de 50 años aún tienen vidas sexuales activas, lo que conlleva a que muchas veces se pase por alto la posibilidad de enfermedades de transmisión sexual.
«Frecuentemente, las pruebas [para el VIH] llegan muy tarde», lamentó Fowler. «Muchos ya han sido diagnosticados con SIDA a todo volumen. De hecho, muchas veces el diagnóstico llega así». Para ese entonces, es mucho más difícil para los fármacos contra el SIDA lograr suprimir el VIH.
Envejecer con VIH también plantea otros problemas. Según la encuesta de ACRIA a unos mil hombres y mujeres VIH positivos, el 91 por ciento batalla contra otras afecciones médicas crónicas asociadas con la edad, como artritis, neuropatías e hipertensión. Muchos tienen que enfrentarse solos a la enfermedad. El 70 por ciento de los estadounidenses mayores con VIH vive solo, según encontró el informe, una tasa más del doble de la de sus coetáneos sin infección.
Añadir el VIH y su frecuentemente potente tratamiento farmacológico a los problemas usuales de envejecer puede ser duro. Hablando en la conferencia de la Casa Blanca, la Dra. Amy Justice, investigadora principal del Estudio de cohorte de envejecimiento en veteranos, en que participan más de 40,000 veteranos con VIH, apuntó que «hay muchas personas [infectadas] que tienen 60 o 65 años, o incluso 80 u 85. Estas personas se sienten más viejas de lo que son, y algunas podrían tener los mismos problemas que personas diez o quince años mayores experimentan normalmente».
Según Horberg, «el VIH o su tratamiento empeoran» muchas de las enfermedades del envejecimiento. Comentó que, por ejemplo, el medicamento contra el SIDA tenofovir puede afectar la función renal, otros antirretrovirales no pueden tomarse con fármacos reductores del colesterol como Zocor o Mevacor, y se sospecha que la infección con VIH podría incluso acelerar el inicio de la enfermedad de Alzheimer.
Los temas de la prevención y el tratamiento del VIH pueden ser especialmente difíciles para las mujeres mayores, señaló Diane Zablotsky, profesora asociada de sociología de la Universidad de Carolina del Norte, que ha trabajado con el problema.
En términos de prevención, anotó que para una mujer mayor postmenopáusica negociar el uso de condón con la pareja podría ser más difícil, porque el embarazo deja de ser una preocupación. Y en cuanto al diagnóstico y el tratamiento, «si una mujer experimenta sudores nocturnos y otros tipos de síntomas, ¿se trata de un cambio menopáusico? ¿Un problema con medicamentos? ¿O es un problema por una infección con VIH?».
Todos los expertos enfatizaron en que la clave para controlar la infección con VIH en los estadounidenses mayores es la misma que para los jóvenes: la prevención. Pero eso significará tener conversaciones mucho más francas sobre el sexo.
«Hay un mito de que la gente mayor no es sexualmente activa», dijo Fowler. «Los proveedores de atención de salud podrían ayudar al redactar los antecedentes sexuales, pero no lo hacen porque creen que no es necesario. Preguntan sobre el tabaquismo y el uso de alcohol, pero, ¿y el sexo? No, la persona tiene demasiada edad».
Zablotsky estuvo de acuerdo. «Lo importante es comunicarse con las personas mayores de forma que, si de hecho tienen conductas que los ponga en riesgo, tengan motivo para pensar que es algo que deben escuchar, un cambio que deben hacer, que deben protegerse».
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare