• 26 abril, 2024

Eso nunca se debe permitir

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Manuel Volquez

Por Manuel Vólquez

Me alegra saber que el presidente Luis Abinader y los diputados de los diferentes bloques de partidos políticos plantearon la eliminación de artículos del Código Civil que facilitan el matrimonio infantil.

La propuesta pide que se modifique el artículo 144 del Código Civil de República Dominicana para que en lo adelante diga de la siguiente manera: ”El hombre o la mujer no podrán contraer matrimonio en ninguna circunstancia antes de haber cumplido los dieciocho años de edad”. Artículo 2. Se deroga el artículo No. 145 del Código Civil de la República Dominicana”.

Es muy atinada esa posición porque frustra los intentos de algunos legisladores, portadores de cerebros desnutridos, que promueven esas acciones descabelladas. La República Dominicana no puede ser parte de esa locura, como ocurre en otros destinos universales.

Las estadísticas arrojan resultados escalofriantes. Niñas del 20% de los hogares más pobres tienen más del triple de probabilidades de contraer matrimonio antes de los 18 años en comparación con las de los hogares más ricos. En los países en desarrollo, las niñas de las zonas rurales tienen el doble de probabilidades de estar casadas al cumplir los 18 años en comparación con las de zonas urbanas.

Según una investigación del 2019 realizada por el Fondo de Población y la organización Plan internacional, entre las menores que crecen en América Latina y el Caribe, el 29 % son víctimas del matrimonio infantil obligatorio, en comparación con Asia Oriental y el Pacífico (18 %), el 15 por ciento de los estados árabes y el 11 por ciento de Europa Oriental y Asia Central.

América Latina es la única zona del mundo donde no se han registrado descensos significativos en los últimos diez años en medidas contra las uniones tempranas. En toda la región, en 2017, el 23% de las mujeres de 20 a 24 años ya había estado casada o en unión a los 18 años, y el 5% a los 15 años.

Otra investigación del Fondo de Población y la ONG Plan internacional hecho en Bolivia, Brasil, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Perú, República Dominicana y Guatemala, analiza algunas de las causas que impulsan a esas uniones, y asegura que las normativas y la desigualdad de género están al centro de la problemática.

Las principales razones son las siguientes:

1. Para escapar de la violencia

De acuerdo con el informe, las niñas ingresan en uniones tempranas o se casan para escapar del abuso y la violencia en sus casas, pero a menudo terminan enfrentándose a la violencia, el abuso y el control de sus parejas, que muchas veces no les permiten trabajar, estudiar o salir solas.

“Los casos que se podrían calificar claramente de abuso físico o sexual de menores bajo la ley no se presentan judicialmente, como tampoco sucede con aquellos de violencia contra la infancia o la violencia de pareja. El sexo con niñas es consentido o tolerado por la comunidad. Los propios hombres declararon que usan la violencia y el control con sus esposas adolescentes, y que dominan en la toma de decisiones”, se lee en el documento.

2. Para huir de la pobreza

Las niñas también establecen uniones como una estrategia para escapar de la pobreza, pero pierden su autonomía económica en el proceso. Varias encuestadas declararon haberse ofrecido voluntariamente para el matrimonio y las uniones infantiles con el fin de evitar que sus familias tengan una boca más que alimentar, sintiendo que así podrían ayudar mejor a sus madres.

Las niñas atrapadas en este tipo de relaciones generalmente no cuentan con autonomía en materia económica, ya sea por falta de escolaridad o por el rol de cuidado infantil que cumplen.

Entre los países que permiten el matrimonio infantil, los casos más frecuentes de matrimonios forzados se dan en Asia Meridional y en África Occidental y Central, donde el 46 y el 41% de las

niñas, respectivamente, son casadas, que han contraído matrimonio forzadamente, según el informe “El derecho de las niñas a decir no”.

Las mayores tasas de esas bodas en el mundo se encuentran en algunos países de África, donde 13 millones de las menores casadas en el mundo viven allí . Si continúa la tendencia actual, esta cifra puede hasta duplicarse para el año 2020.

En Senegal, sólo el 18% de mujeres usan métodos anticonceptivos; en Mali, según el “Código Familiar” vigente desde 2011, las damas deben obedecer a sus maridos; en Níger, la edad media del casamiento es de 15.8; en Malawi, 4 de cada 5 niñas casadas no han terminado la educación primaria; en Mozambique, la violencia emocional, física y sexual son factores por los que las niñas abandonan la escuela, lo que les lleva a casarse; en Zambia, el 31% de las mujeres entre 20 y 24 años formaron pareja a los 18 años; en Tanzania, el 61% de las mujeres entre 20 y 24 años sin acceso a la educación fueron casadas a los 18 años, frente al 5% de mujeres con educación secundaria o mayor.

Aunque casi todos los países de Asia tienen leyes que prohíben la coyunda de menores de cierta edad, las tasas, especialmente entre las niñas, siguen siendo elevadas. En esa región, el 46% por ciento de los niños y niñas se casan antes de cumplir los 18 años.

En Bangladesh, el 73% de las mujeres fueron casadas desde niñas; en Pakistán, el 81% de las personas casadas no usan métodos anticonceptivos; en Indonesia, el 45.5% de los encuestados respondieron que estaban de acuerdo con que hay ventajas para una niña si se unen antes de los 18 años.

Veo con mucha preocupación la inclinación de algunos sectores hacia ese asunto. Eso no se debe permitir nunca, pero como estamos viviendo en un mundo salpicado de inmoralidad, irresponsabilidad paternal y maternal, insensibilidad social ante la situación que padece la niñez, no me sorprendería que en el futuro aprueben esa monstruosidad jurídica en nuestro Congreso Nacional.

Así andan las cosas en el mundo moderno. Es una violación de derechos, pues a las niñas se les niega el acceso a la educación, a la salud, y a la libertad, sufren violencia y discriminación. Además, les arrebatan el derecho de decidir su vida con dignidad forjando una hogar feliz.

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