Eternización Gubernamental
El Poder Ejecutivo, encabezado por el Presidente de la República, tiene sus representantes en todas las provincias del país, estos son los gobernadores y gobernadoras provinciales. En los municipios tenemos a los alcaldes y alcaldesas que son nuestras autoridades locales.
La Gobernación tiene jurisdicción provincial y el Ayuntamiento, municipal. Nuestros gobernadores son nombrados por el Presidente de la República y los síndicos, ahora alcaldes, son elegidos mediante el voto electoral, al igual que el consejo de regidores, ahora concejales.
En las instituciones públicas fungen directores y directoras, designados por los Ministros y los Directores Generales por el poder que les confiere el Ejecutivo y los posesionan los gobernadores. En el caso de Santiago, la mayoría de los directores son regionales por ser ésta la capital del Cibao.
Todo aquel que desempeña una función, ya sea en el gobierno central o local, es un funcionario público; desde la conserje que nos brinda el café con amor hasta el director general. Todo empleado del Gobierno, independientemente del orden jerárquico, es un servidor público.
“Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas.” Romanos 13:1, Santa Biblia.
Como buenos cristianos y ciudadanos debemos respetar a nuestras autoridades y orar por ellas para que Dios sensibilice su humanidad y sintonicen con el corazón del pueblo. Ellos están ahí por designio divino y ha sido la voluntad de Dios, nos guste o no.
En la República Dominicana la corrupción es un tema electoral. La Oposición se denuncia con fuerza y firmeza. Los Gobiernos la niegan tres veces antes de que llegue el alba y cuando se invierten los papeles, es la misma novela pero con otros personajes.
Todo mundo tiene aspiraciones de llegar al Gobierno, unos para servir y otros para ser servidos. El oro se prueba en el fuego y en la máxima del libro del Doctor Joaquín Balaguer “Los Carpinteros”: “Si quieres conocer a Mundito dale un mandito”.
El Estado no es una propiedad privada ni un negocio familiar. No obstante, nuestras autoridades, por la debilidad del Estado, tienen la facultad de elegir libre y voluntariamente personas sin más mérito que el doctorado honoris causa en “de lo mío”.
Es crimen de lesa humanidad la eternización gubernamental cuando llegamos y no nos queremos ir. Pensando que hemos comprado o heredado un cargo o escaño. Funcionarios que se institucionalizan mentalmente y olvidan que el poder es transitorio y que todo lo que viene, va.