Ingeniosos inventos de Nikola Tesla (y 2)
Por Manuel Vólquez
Nikola Tesla era un hombre con grandes ideas, capaz de producir 300 patentes a su nombre. Estaba muy adelantado a su tiempo. Nunca recibió el reconocimiento de su principal rival, Thomas Edison, pero este científico serbio fue un inventor brillante que dio al mundo algunas innovaciones asombrosas y pioneras.
Cuando murió en una habitación que tenía rentada el hotel New Yorker, en Nueva York, habían 80 baúles repletos de teorías e importantes inventos que no pudo patentizar por falta de dinero. Se cuenta que de los 80 baúles, alguien sustrajo 20 con los mejores inventos y se comenta que fueron tomados agentes del FBI y de agencias estadounidenses vinculadas a la rama de la ciencia.
Se sospecha que los grandes avances tecnológicos modernos de los Estados Unidos y de otras potencias mundiales como Rusia, China, Alemania y Japón, sobre todo en armas sofisticadas, son consecuencias de los inventos de este genio.
Los primeros trabajos de Tesla en materia de automatización datan de 1890, cuando presentó un bote autónomo que asombró al público durante una exposición científica en 1898, en el Madison Square Garden de Nueva York. Creía que la mano de obra humana desaparecería completamente en determinados trabajos peligrosos, y que sería sustituida por máquinas automáticas. También predijo que los científicos trabajarían en descubrir y perfeccionar una máquina pensante (robots) para que les ayudase en sus labores.
Tesla creía que el nuevo siglo traería la necesidad de gestionar científicamente los recursos naturales para evitar catástrofes, aprovechar la energía eléctrica de la naturaleza, y poner fin a los combustibles fósiles. El científico adelantó ideas como la reforestación o la generalización de las estaciones hidroeléctricas.
Probablemente el científico serbio entendió muy bien algunos aspectos del futuro, como los relacionados con los modernos ordenadores, la robótica, o la preocupación por el medio ambiente o el cambio climático.
Un invento que evolucionó la sociedad de su época son unas bobinas inventadas en 1891, cada una con su propio condensador para almacenar energía. Las bobinas estaban conectadas a un espacio de chispa, que es sólo al aire libre donde la chispa puede generar, y el resultado es que la bobina Tesla podía disparar rayos, enviar corrientes eléctricas a través del cuerpo y crear vientos de electrones.
Desarrolló esta innovación porque estaba obsesionado con la alimentación inalámbrica de las ciudades. Hoy en día, la bobina de Tesla se utiliza principalmente para el entretenimiento y se puede ver en lugares como centros de ciencia y museos, y algunos elementos de ella también se utilizan en las radios.
Tesla se obsesionó con la transferencia de energía sin cables y pensó que era posible hacerlo a mayores altitudes, así que después de obtener fondos, estableció en 1899 un laboratorio en Colorado Springs, Estados Unidos. Allí, construyó la bobina más grande y poderosa, llamada el Transmisor de Lupa o transmisor de aumento que tenía tres bobinas y un diámetro de 52 pies. Generó millones de voltios de electricidad y disparó rayos de 130 pies de largo, el mayor relámpago hecho por el hombre en ese entonces capaz de llegar a lo infinito del Universo.
Era muy ambicioso para la época y la electricidad inalámbrica no se desarrollaría hasta mediados de los años 2000, y a partir de 2015, todavía no era común en los hogares.
El Transmisor de Lupa fue el predecesor de la Torre Wardenclyffe de Tesla, que se suponía que proporcionaría electricidad y comunicaciones gratuitas al mundo. Comenzó a trabajar en el proyecto en 1901, pero después de que los financistas le retiraron el apoyo, el proyecto se vino abajo y en 1915 el sitio entró en ejecución hipotecaria. El proyecto lo arruinó y que tuvo que declararse en quiebra, sufrió una crisis nerviosa y abandonó el laboratorio donde construyó la torre.
A principios del siglo XX, el mundo vio el surgimiento del motor de pistón en los automóviles. En un intento de competir contra el motor de pistón, Tesla desarrolló su propia turbina. No tenía cuchillas y utilizaba discos lisos que giraban en una cámara, y funcionaba cuando se quemaba el combustible antes de entrar en la cámara principal que contenía los discos. Cuando probó el motor en 1909, obtuvo un 60 por ciento de eficiencia de combustible, lo que es impresionante si se tiene en cuenta que actualmente sólo se obtiene un 42 por ciento de tasas de conversión de combustible a energía.
Hay además algunas pruebas de que sabía un poco de rayos X, pero la investigación se detuvo cuando un incendio destruyó su laboratorio en 1895. Antes de este descubrimiento ya lo había realizado el alemán Wilhelm Conrad Röntgen en el 1885.
Aunque Tesla no descubrió las luces fluorescentes y de neón, sí hizo muchas contribuciones al avance de ambas. Sus ideas ganaron popularidad y ahora las luces de neón y los carteles iluminan las principales ciudades del mundo.
También contribuyó con sus inventos a la construcción a base de corriente alterna de una central hidroeléctrica que aprovechara las aguas de las Cataratas del Niágara, rivalizando así con la planta de corriente continua de Thomas Edison. Este invento dio origen a los mandos a distancia, que influyeron en el desarrollo de objetos como mandos de televisión y abridores de puertas de garaje. El barco también fue uno de los primeros robots, ya que era un objeto mecánico que podía ser controlado sin que un ser humano lo tocara físicamente.
Por último, la combinación de la robótica y la tecnología de radio control convierte al barco de Tesla en el bisabuelo de los drones.
Sin embargo, pese a sus grandes aportes a la humanidad, que son utilizados por otros científicos, nunca le dieron el Premio Nobel. Se trata de una evidente discriminación.