• 19 abril, 2024

La cirugía fetal podría mejorar los resultados de la espina bífida grave

la-cirugia-fetal-podria-mejorar-los-resultados-de-la-espina-bifida-grave.jpgUna nueva investigación potencialmente revolucionaria sugiere que la cirugía para tratar la forma más grave de un defecto congénito de la médula espinal conocido como espina bífida podría ser más efectiva si se practica al feto.

Si tiene éxito, la cirugía podría significar la diferencia entre pasar una vida entera con muletas o no, dicen los expertos, ya que el doble de los niños afectados por la espina bífida terminan caminando por su cuenta después de la cirugía fetal en comparación con aquellos que se operan después de nacer.

Pero este delicado procedimiento prenatal también conlleva riesgos, tales como mayores probabilidades de parto prematuro y los problemas que esto supone para los recién nacidos.

«Si bien este resultado es muy prometedor y emocionante para esta enfermedad, que por lo demás es una dolencia muy desatendida, no todos los pacientes recibieron ayuda y hay riesgos significativos», señaló en una conferencia de prensa celebrada el miércoles la autora principal del estudio, la Dra. Diana Farmer, jefa de la división de cirugía pediátrica en la Universidad de California en San Francisco (UCSF) y cirujana jefa del Hospital Infantil Benioff de la UCSF. «Así que este procedimiento no es para todos», advirtió.

No obstante, Farmer agregó que «sería responsable informar a las familias que este método prenatal representa una opción adicional en la atención que pueden considerar».

La cirugía para esta forma «mielomeningocele» de espina bífida está concebida para cerrar la abertura anormal en la parte posterior de la columna vertebral del bebé. La abertura resulta en una protrusión de la médula espinal, que puede alterar el movimiento del líquido cefalorraquídeo y desplazar el tronco encefálico hacia la base del cráneo, un desarrollo que se conoce como «herniación cerebelosa».

La cirugía para corregir esta afección se realiza tradicionalmente después del nacimiento.

Sin embargo, el nuevo informe publicado en línea el 9 de febrero en la New England Journal of Medicine, sugiere que si esta delicada cirugía se realiza en el útero reduce de hecho la necesidad de derivar o desviar el líquido del cerebro del niño después del parto.

La forma mielomeningocele de espina bífida aparece en 3.4 de cada 10,000 nacimientos, según la información de respaldo del estudio. La traducción literal de espina bífida es «columna vertebral desunida», señaló en la conferencia de prensa el Dr. Alan E. Guttmacher, director del Instituto Nacional Eunice Kennedy Shriver de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD) en los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. Anotó que este defecto del «tubo neural», que ocurre al principio del desarrollo embrionario, normalmente conduce a alteraciones significativas en la función motora infantil. Este defecto también afecta al control de la vejiga y del intestino, y en su forma más grave provoca una seria debilidad o parálisis total por debajo de la abertura de la médula espinal.

En última instancia, la obstaculización de la circulación del líquido cefalorraquídeo puede ser peligrosa para la vida, señalaron los investigadores, y el 10 por ciento de los bebés que tienen la forma de espina bífida mielomeningocele mueren.

Para encontrar una forma potencialmente mejor de tratar el defecto, el equipo trabajó con 183 mujeres embarazadas cuyo feto tenía este defecto y la herniación cerebelosa.

Las mujeres se dividieron en dos grupos: un grupo se sometió a una cirugía prenatal de una a dos horas de duración entre las semanas 19 y 26 de gestación, y el otro a una cirugía similar después del parto.

Todos los bebés fueron examinados al año de edad y de nuevo a los 2.5 años.

Farmer apuntó que para el primer año, en cada grupo murieron dos bebés.

Sin embargo, el equipo de investigación observó que el riesgo combinado de muerte o la necesidad de una derivación para desviar el líquido del cerebro al año de edad fue mucho menor entre los niños que se habían sometido a la cirugía en el útero (casi el 68 por ciento), en comparación con los del grupo de cirugía posparto (alrededor del 98 por ciento).

A los niños del grupo de cirugía prenatal también les fue 21 por ciento mejor en los resultados de la evaluación del desarrollo mental y la función motora a los 2.5 años, en comparación con el grupo de cirugía posparto.

Y mientras que casi sólo el 21 por ciento de los niños del grupo de cirugía después del parto podían finalmente caminar sin muletas o aparatos ortopédicos, esta cifra aumentó a casi el 42 por ciento entre los del grupo de cirugía prenatal.

En su intervención en la conferencia de prensa, la Dra. Dr. Catherine Y. Spong, jefa de la división de embarazo y perinatología de NICHD, describió otro «hallazgo notable». Al año de edad, más de un tercio de los niños del grupo de cirugía prenatal no mostró signos de herniación cerebelosa, en comparación con poco más del cuatro por ciento de los del grupo que se sometió a la cirugía después del parto.

Pero también hubo peligros. Los niños que se sometieron al procedimiento prenatal tenían más probabilidades de nacer prematuros, en promedio a las 34.1 semanas, en comparación con 37.3 semanas para el grupo de cirugía posparto.

«La prematuridad es un riesgo importante», señaló Farmer, que agregó que puede inducir a la aparición del peligroso síndrome de dificultad respiratoria. De hecho, casi el 21 por ciento del grupo de cirugía prenatal tuvo signos de este trastorno respiratorio, en comparación con apenas el 6 por ciento del grupo de cirugía posparto.

Además, las madres del grupo prenatal afrontaban un mayor riesgo de adelgazamiento del útero, ya que un tercio experimentó esta dolencia al momento del parto.

«A pesar de que los niños que se sometieron a la cirugía en el útero evolucionaron mejor en general, no se pueden ignorar estos riesgos tanto para el feto como para la madre», apuntó Farmer.

El equipo de investigación también advirtió que no todas las mujeres son candidatas ideales para la cirugía. Específicamente, aquellas que son muy obesas (con un índice de masa corporal de más de 35) no fueron incluidas en el estudio, un criterio que según los autores puede excluir a entre el diez y el trece por ciento de las mujeres. A la larga, este obstáculo podría ser un problema, ya que la obesidad materna es un factor de riesgo conocido para la espina bífida en los hijos.

En el estudio también participaron investigadores del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt en Nashville y del Centro de Bioestadísticas de la Universidad de George Washington en Washington, D.C.

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare

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