La forma en que se digieren los carbohidratos podría influir sobre el aumento de peso
Los investigadores se enfocaron en un gen llamado AMY1, responsable de una enzima de la saliva conocida como amilasa salival. Cuando la comida entra en la boca, la enzima inicia el proceso de absorción del almidón que continúa en el sistema digestivo. Los almidones son un tipo de carbohidrato.
Las personas típicamente tienen dos copias del AMY1, pero el número de copias puede variar mucho. Se cree que los números más altos del gen evolucionaron en respuesta a dietas que contenían unos niveles más altos de almidón, apuntaron los investigadores.
Estudiaron el número de copias del AMY1 en miles de personas de Francia, Singapur, Suecia y Reino Unido, y hallaron que las que tenían un número bajo de copias eran más propensas a ser obesas.
Las personas con menos de cuatro copias del gen tenían unas ocho veces más probabilidades de ser obesas que las que tenían nueve copias. Por cada copia adicional del gen, una persona tenía alrededor de un 20 por ciento menos de probabilidades de ser obesa, según los autores del estudio, publicado en la edición del 30 de marzo de la revista Nature Genetics.
«Creo que es un descubrimiento importante porque sugiere que la forma en que digerimos el almidón y cómo los productos finales de la digestión de los carbohidratos complejos se comportan en el intestino podrían ser factores importantes en el riesgo de obesidad», apuntó en un comunicado de prensa del Colegio Imperial de Londres el autor colíder del estudio, el Dr. Philippe Froguel, catedrático de medicina genómica de la Facultad de Salud Pública del colegio.
«Se necesita más investigación para comprender si alterar la digestión de los alimentos almidonados podría mejorar o no la capacidad de alguien para perder peso, o evitar que una persona se haga obesa», planteó Froguel.
«También nos interesa si hay un vínculo entre esta variación genética y el riesgo de otros trastornos metabólicos de las personas, como la diabetes, ya que las personas con un número bajo de copias del gen de la amilasa salival también podrían ser intolerantes a la glucosa», comentó Froguel.
Estudios anteriores que investigaban la obesidad han identificado variaciones en los genes que actúan en el cerebro, y que con frecuencia resultan en diferencias en el apetito, apuntó en el comunicado de prensa el primer autor del estudio, el Dr. Mario Falchi, también del Colegio Imperial de Londres. «Nuestro hallazgo se relaciona con la forma en que el cuerpo maneja físicamente la digestión de los carbohidratos».
Falchi dijo que los investigadores comienzan a obtener una imagen más clara de una combinación de factores genéticos que contribuyen a las probabilidades de una persona de volverse obesa. «Esto debe en última instancia ayudarnos a hallar mejores formas de afrontar la obesidad», planteó.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare.