La indiferencia nos deshumaniza
Manuel Vólquez
En notable la actitud de indiferencia de la humanidad universal ante los genocidios cometidos por naciones bien armadas contra otras más débiles.
Los frecuentes bombardeos de Israel y sus potencias aliadas contra los libaneses y de Rusia contra Ucrania, para citar dos ejemplos actuales, son muestras caóticas del diario vivir con la secuela de miles de muertos, entre estos niños, ancianos, mujeres, periodistas, personal médico y otros.
Nos mantenemos indiferentes a lo que está sucediendo. No protestamos, solo callamos; el mutismo se ha apoderado de nuestras vidas convirtiéndonos en conservadores y cobardes.
La violencia está diezmando muchas vidas, el narcotráfico continúa ampliando su escalada criminal y destruyendo a las personas con la venta de droga, no cesa la corrupción gubernamental y el lavado de dinero en el mundo, mientras los feminicidios se incrementan dejando luto en los hogares y a miles de niños huérfanos.
Es una muestra de insensibilidad absurda a los males sociales que nos afectan. Somos testigos de primera línea de todos esos acontecimientos y no somos capaces de elevar nueva voz de protesta. Nos mantenemos en silencio.
Es como si mirásemos hacia otro lado del mundo. Es que la indiferencia raya en lo insólito al extremo de que en algunos países ya se está adoptando la cultura de pagar para no establecer conversación.
Es el caso de Japón, donde debido al incremento del turismo y la cantidad de visitantes que rondan las calles, muchos están desarrollando la tendencia de no conversar con nadie en lugares específicos, lo que ha dado origen a un lucrativo negocio conocido como “Servicios sin conversación o de silencio absoluto”, que brinda a los clientes la opción de evitar interacciones sociales no deseadas.
Estos servicios están disponibles en peluquerías, salones de belleza, taxis, tiendas y restaurantes. Buscan atraer “a aquellos que desean evitar la charla trivial sin ser o parecer maleducados”.
Es una nueva configuración de la indiferencia. Es como decir: “No me interesan los problemas ajenos. Los míos son suficientes”. Bueno, es un derecho que se respeta.
En una encuesta realizada por la empresa Recruit Group’s Hot Pepper Beauty Academy (Academia de belleza Hot Pepper de Recruit Group) se encontró que el 52.9% de los participantes prefería evitar la conversación trivial durante sus citas en salones. De entre los temas más indeseables se incluyeron el trabajo y la escuela, seguidos por asuntos personales como el amor, el matrimonio y los planes de vacaciones.
En el caso hipotético de que esos servicios se expandieran en todo el planeta entonces, infiero, habrá un silencio absoluto, pues la conversación entre humanos desapacería y sin diálogo no habría soluciones a los conflictos bélicos, la violencia ni a las crisis económicas, políticas o sociales. En resumen, sería un mundo de mudos.