• 7 noviembre, 2024

La inmigración ilegal de haitianos ha sido un desorden permitido por los gobiernos de RD desde hace décadas

Carlos Castillo pone a circular su novela “Raíces sin derechos, dominicanos rozando la apatridia”.

A través de los años, en sucesivos gobiernos, la población dominicana ha contemplado con estupor la permisividad que tienen muchas autoridades de callar y mirar hacia otro lado ante la arro­lladora y hasta ahora imparable invasión pacífica al territorio nacional por parte de haitianos en condición de ilegalidad.

La afirmación la hizo este martes el banquero, productor agrícola y académico Carlos Castillo Ramírez, durante el acto de presentación de su novela “Raíces sin derechos, dominicanos rozando la apatridia”, que tuvo lugar en el hotel El Embajador.

Castillo Ramírez, con una amplia trayectoria profesional en los ámbitos bancarios, administración de negocios, producción agrícola y docencia universitaria, refiere en su obra toda clase de vicisitudes por las que atraviesan los haitianos que vienen al país en condición de trabajadores inmigrantes.

El autor dijo que la invasión pacífica se sucede día tras día, sin que los encargados de velar por la seguridad fronteriza y las autoridades correspondientes hagan su trabajo, “y cuando de forma limitada lo hacen para producir repatriaciones de ilegales, ejercen su autoridad aplicando un trato vejatorio a los apresados”.

Calificó de indignantes, arbitrarias e irregulares las redadas contra inmigrantes haitianos que lleva a cabo el Gobierno a través de la Dirección General de Migración, las cuales se han intensificado desde comienzos de octubre de este año.

Afirmó que por ese “mirar hacia otro lado” es que la frontera domínico-haitiana se ha convertido en un negocio lucrativo.

“Sabemos que la frontera es permeable por muchos lugares, y aunque tiene bastante presencia militar para su control, el cruce ilegal de haitianos continúa y crece cada día que pasa, aunque las noticias que en este sentido se difunden por los medios de comunicación ligados al poder político tratan el tema sin la seriedad y profundidad necesaria”, expresó.

Dijo que muchas veces se pregunta si la actitud de las autoridades, de hacer muy poco para controlar la migración ilegal, y en algunos casos, hasta de no hacer nada al respecto, es interesada, perniciosa o simplemente desidiosa.

También cuestionó si es que los funcionarios responsables de solucionar ese gran problema no hacen el esfuerzo necesario de repatriar masivamente a los ilegales, con similar virulencia a la que ellos usan al entrar por la frontera.

“Esos funcionarios, aún sabiendo que actúan en desmedro de la nación dominicana, aceptan las presiones ejercidas por autoridades de varios países del primer mundo que les instan a ser tolerantes con esa ilegal ocupación territorial, laboral y de servicios, pues no quieren que esa migración indeseada se traslade a sus territorios”, afirmó.

Dijo reconocer que en determinadas situaciones se hace necesario la migración de personas para satisfacer necesidades laborales perentorias, pero que ello debe estar controlado y documentado por las autoridades mediante una carnetización de trabajo temporal u otro mecanismo que sea adecuado.

Castillo Ramírez relató que los personajes primarios y secundarios que figuran en la novela son imaginarios, y que muchas empresas y organismos citados real e históricamente existieron o existen en la actualidad.

Refirió que la familia de Junior Bretón, protagonista de la novela, se estructura retrotrayendo sus ancestros a la segunda década del siglo XX, cuando parte de ellos emigraron al oriente buscando trabajo temporal en el corte de caña de azúcar y en el cultivo de café.

El periodista Ramón Colombo, al presentar la obra, resaltó que esta no escatima palabras para definir de forma detallada la vida e idiosincrasia del país más difícil en el que centenares o millones de personas les toca vivir, además de que impone de forma crítica y a profundidad los condicionantes legales especiales, prácticamente exclusivos, que envuelven la vida de los hombres y mujeres haitianos que viven en esta otra parte tan distinta de la isla.

Refirió que “Raíces sin derechos”, por su depurada calidad literaria, evidentemente testimonial, “permite comprender a cabalidad el drama de vida de miles de auténticos dominicanos negros, descendientes de haitianos que son verdaderas víctimas de un aparato legal fundamentado en el prejuicio racial y la exclusión selectiva”.

La semblanza del autor la expuso el joven Carlos Omar Castillo Hoepelman, quien destacó que Castillo Ramírez es ingeniero agrícola egresado de la universidad Complutense de Madrid, con maestría en producción en España y Francia y postgrado en Evaluación Social de Proyectos y Programación de Inversiones por la Organización de Estados Americanos (OEA).

Asimismo, refirió su amplia trayectoria en el sector bancario, con inicios en el Banco Central y Banco Agrícola, luego en el Banco de Desarrollo Industrial (BDI), donde fue su primer vicepresidente ejecutivo, y presidente del Banco Industrial de Desarrollo e Inversión.

Por varios años fue profesor de Evaluación de Proyectos, y de Fundamentos de Gerencia en cursos de Postgrado de Administración de la Construcción en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) y en Intec.

Asistieron a la actividad, entre muchos, Daniel Toribio, ex rector de Intec; el sociólogo José del Castillo y su hijo, el ex senador José del Castillo Saviñón; el economista Eduardo García Michel; el escritor Marino Berigüete; Carlos Altuna, Joaquín Mendoza, Federico Lithgow; la historiadora Mu-Kieng Sang, y la actriz y cantante Cecilia García, entre otros.

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