• 25 noviembre, 2024

Las vacunas para los niños se reivindican una vez más

injection_18314Los padres que estén preocupados por el hecho de vacunar a sus hijos contra las enfermedades infecciosas tienen una nueva razón para estar tranquilos, afirman los investigadores.

Una nueva revisión de las evidencias científicas existentes ha concluido que las vacunas para los niños son seguras y no provocan problemas de salud graves, como el autismo o la leucemia.

«Nuestros hallazgos respaldan que las vacunas son muy seguras para los niños, y se suman a una gran cantidad de evidencias de que los beneficios de las vacunas superan los muy pocos riesgos», dijo la autora principal, la Dra. Courtney Gidengil, científica médica asociada de RAND Corporation y profesora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard. «Esperemos que esto haga que los padres que tengan dudas hablen con sus proveedores de atención de la salud».

La revisión halló fuertes evidencias de que la vacuna SPR (sarampión, paperas y rubeola) no se asocia con el autismo, lo cual es consistente con revisiones anteriores de este vínculo del que se rumorea.

Algunos padres han decidido que sus hijos no se vacunen debido a un estudio que ahora está desacreditado y rectificado, que se publicó en 1998 y que sugería que las vacunas SPR podrían causar autismo. Más tarde se informó que el autor del estudio, el Dr. Andrew Wakefield, había manipulado algunos de los resultados del estudio.

Los investigadores que realizaron el nuevo estudio tampoco hallaron ningún vínculo entre la leucemia y las vacunas infantiles SPR, DTaP (difteria, tétanos y pertussis), del tétanos, influenza y hepatitis B.

En general, las vacunas que se dan a los niños de hasta 6 años son seguras y provocan pocos efectos secundarios, concluyó la revisión. Los hallazgos aparecen en la edición en línea del 1 de julio y en la edición impresa de agosto de la revista Pediatrics.

«Hallamos que los efectos adversos graves vinculados con las vacunas son extremadamente raros», dijo la autora principal, Margaret Maglione, analista de políticas en RAND Corporation.

Estos hallazgos deberían aportar un respaldo sólido a los pediatras y los médicos de familia a la hora de hablar con los padres sobre los beneficios y los riesgos de la inmunización, dijo la Dra. Carrie Byington, profesora de pediatría y vicedecana de asuntos académicos y desarrollo de la facultad en el Colegio de Medicina de la Universidad de Utah.

En un editorial acompañante, Byington indicó que los recientemente graduados de medicina han reportado ellos mismos que son más escépticos sobre la seguridad y la efectividad de las vacunas que los antiguos graduados.

«Tengo la esperanza de que los médicos más jóvenes que no han visto las infecciones devastadoras que son prevenibles con las vacunas podrían ver los datos y fortalecer su voluntad de comunicar la importancia de las vacunas a los padres», dijo Byington.

Los médicos tienen dificultades para mantener una tasa de vacunación alta lo suficientemente alta como para prevenir brotes, dijeron los investigadores en el material de respaldo. La negativa de los padres de vacunar a sus hijos ha contribuido a los brotes recientes de enfermedades prevenibles como el sarampión y la tos ferina.

«Si cada vez más personas deciden no vacunar a sus hijos, vamos a ver cada vez más episodios como estos», dijo Gidengil.

La Agencia de Investigación y Calidad de la Atención de Salud de los EE. UU. contrató a RAND Corporation para que revisara la seguridad de las vacunas recomendadas para los niños, adolescentes, adultos y mujeres embarazadas.

En el estudio, los investigadores reportaron sus hallazgos sobre las vacunas para los niños de hasta 6 años de edad, basándose en una revisión sistemática de 67 estudios previos. Los investigadores también incluyeron información de más de 1,000 estudios de una revisión previa realizada por el Instituto de Medicina en 2011.

Aunque no encontraron ningún vínculo entre las vacunas y el autismo o la leucemia, sí encontraron algunos vínculos muy raros entre ciertas vacunas y algunos problemas de salud de los niños.

Por ejemplo, la vacuna del rotavirus se asocia con un aumento en el riesgo de intususcepción, un trastorno grave en el que parte del intestino se desliza hacia una parte adyacente del mismo, lo que provoca el bloqueo del intestino.

«La tasa es aproximadamente de 1 de cada 100,000 a 5 de cada 100,000, de modo que es extremadamente rara», indicó Maglione sobre el vínculo con el rotavirus. El rotavirus es una causa común de infecciones gastrointestinales que en ocasiones son graves en bebés y niños pequeños.

Las evidencias también indicaron un vínculo entre la vacuna SPR y las convulsiones febriles, que son convulsiones producidas por una fiebre en bebés y en niños pequeños.

Gidengil señaló que las enfermedades y los virus también pueden causar el tipo de fiebre alta que resulta en convulsiones febriles. Añadió que estas convulsiones normalmente son inofensivas, una opinión respaldada por los Institutos Nacionales de la Salud de los EE. UU.

«Pueden asustar a los padres que las ven, pero no hay evidencias de que provoquen daños cerebrales a largo plazo», indicó.

Los médicos están combatiendo contra su propio éxito en su esfuerzo por enfatizar la importancia de las vacunas, dijo Byington.

«Vivimos en un ambiente tan seguro en los Estados Unidos y nuestra salud pública es excelente, de modo que las personas no tienen recuerdos de cómo era antes», señaló.

Pero Byington ha sido testigo por sí misma de los estragos que causan las enfermedades infecciosas. Como estudiante de medicina y residente, estuvo presente durante el brote más grande de sarampión en la historia reciente de los Estados Unidos, desde 1989 hasta 1990, en Houston.

«Yo misma vi aproximadamente 1,000 casos de niños con sarampión. Vi morir a seis mujeres embarazas y a sus bebés», comentó. «Estas cosas se quedan dentro de una, porque sabiendo que todo se podía prevenir, es desolador».

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare.

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