• 26 abril, 2024

Lo que hemos perdido…

Lincoln López

Recientemente leí en un mismo diario escrito dos informaciones separadas pero conteniendo como elemento común la parte del cerebro donde se genera el pensamiento. Una se originó en Australia, y dice que “un grupo de científicos desarrolló un sensor para medir la interacción electro-estática de la membrana de la célula T, responsable de coordinar la respuesta inmune celular, que ayudará a entender mejor su defensa ante las amenazas…”. Se trata de un aparato que mide pero que no “alimenta” con saberes y entendimientos, ni mucho menos regula las respuestas ante tal o cual amenaza.

La otra información se refiere a una nueva amenaza convertida en realidad que podría alcanzar niveles catastróficos, denominada: “El reto de la ballena azul”, un siniestro juego cibernético que “invita a niños y adolescentes a superar 50 pruebas (una por día)…La última consiste en suicidarse saltando desde un balcón”. Existen casos trágicos ocurridos en Rusia, México, Brasil y Colombia. El reportaje realizado por la periodista Novaya Gazeta afirma que “hasta abril de 2016 se suicidaron 130 niños y adolescentes” en Rusia. Solamente un joven de 21 años cuyo nombre es Filipp Budeykin está acusado de la muerte de 15 adolescentes.

Cuando ese trastorno nos contagie se sumará a otras calamidades que padece nuestra sociedad. Nos podría afectar a corto plazo, tomando en cuenta los fenómenos de la globalización y la tecnología, convirtiendo a los Estados –como escribió Zygmunt Bauman- en poco más que vecindarios encajados dentro de unas fronteras vagamente delineadas, porosas e ineficazmente fortificadas. Por supuesto que el pensador no se refirió solamente al espacio físico, sino a la cultura que “debe formar parte integral de la educación que se imparte en las escuelas, traspasando las fronteras entre disciplinas y contribuyendo a darles a los jóvenes las herramientas necesarias para resolver los conflictos de una forma distinta a la que estamos acostumbrados”.

Por esa razón el profesor Bauman consideró que actualmente la sociedad democrática está amenazada, y la educación es una de sus víctimas. En nuestro caso, la agravante es la precaria calidad educativa. La culpa de esta situación es de dos sectores: “el de los políticos que se aprovechan del miedo de los desheredados y los pobres”; y el otro sector, “los multimillonarios, un grupo cada vez más pequeño que se beneficia del desarrollo de las rentas”…

El  pensamiento está siendo influenciado por la tecnología, y en cambio, la capacidad de reflexionar es cada vez menos sólida, o sea, más “licuada”. Sin embargo, el profesor de origen polaco, reconoce que la Internet “nos ha traído grandes ventajas…Ahora, solo hay que preguntar a Google, y en décimas de segundos nos da miles de respuestas”; pero al mismo tiempo, no se consigue que los jóvenes se concentren más en pensar de manera reflexiva y crítica. Pasan mucho tiempo frente al ordenador, y no pueden hacer correctamente un reporte escolar de una página que se les pidió para la próxima clase. “Buscan citas, atajos, fragmentos…” y, si tienen que leerlo, por lo general, es pocas veces expresiva, y en muy contadas ocasiones, es comprensiva.

Finalizo con la afirmación del filósofo creador de la Modernidad Líquida: “lo que hemos perdido es…la racionalidad y la solidaridad”. Conceptos que debo tratarlos en entregas posteriores.

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