• 27 noviembre, 2024

Los ordenadores no alcanzan el nivel de la inteligencia humana

los-ordenadores-no-alcanzan-el-nivel-de-la-inteligencia-humana.jpgHannover, (ANDINA). ‘Watson’ trabaja a toda velocidad. Cuando el sistema informático ideado por IBM está procesando un problema, su Avatar, su «cara» de forma de esfera multicolor, destella puntos y líneas que describen órbitas.

Dos semanas después del éxito de ‘Watson’ en el show de preguntas y respuestas Jeopardy de la televisión estadounidense, la versión más pequeña de ‘Watson’ es puesta a prueba en la feria tecnológica CeBIT, en Alemania.

Pero a la pregunta de los visitantes de si una computadora puede ser más inteligente que una persona, los expertos responden con un claro «no».

El ordenador bautizado con el apellido de Thomas Watson, presidente durante años de IBM, accede al conocimiento disponible en una infinidad de textos en una lengua natural, explica el programador de sistemas de IBM, Thomas Hampp-Bahnmüller.

«Eso de por sí solo es genial y es impresionante todos los usos que pueda llegar a tener», se entusiasma. El sistema podría ser empleado en la medicina o adoptar el papel de una máquina de respuestas que reemplace a los buscadores que existen en Internet.

Lo distintivo de ‘Watson’ son los 2 mil 880 procesadores de 3,55 gigahertz y no la memoria de 15 Terabytes. «Eso es algo que se puede permitir cualquier gran empresa y tampoco figuraría en la lista de las supercomputadoras», dice Hampp-Bahnmüller, quien trabajó durante dos años en el desarrollo del software de «Watson» en los laboratorios de IBM en Yorktown Heights, al norte de Nueva York.

«Más hardware lo dotaría de mayor rapidez pero no lo haría mejor», acota, en declaraciones que recoge la agencia de noticias DPA.

El verdadero mérito consiste en conseguir la respuesta adecuada a un problema en base a la información disponible en forma de textos sin estructura. «Metimos a Shakespeare, Wikipedia, el New York Times y la Biblia, simplemente todo», en total 200 millones de páginas, contó el programador.

Así aprende ‘Watson’: un ‘Parser’, una especie de software de lectura, se abre camino por entre la masa de textos. Aparece un llamado árbol sintáctico, que revisa las relaciones entre las palabras. Además tiene lugar un análisis semántico. Los resultados son valorados en distintas direcciones: ¿Cuán fiable es una fuente? ¿Cuán popular?

Su inteligencia artificial mejora con su estupidez artificial: saca conclusiones de una respuesta falsa al adaptar su sistema de valoración, mediante el cual confecciona un escalafón de 200 posibles respuestas.

Sistemas como ‘Watson’ alcanzan rendimientos eximios en el campo de la inteligencia artificial, «pero son sistemas que fracasan en las tareas cotidianas más sencillas», advierte el informático Wolfgang Wahlster, que estudia este campo desde hace 35 años.

Ningún ordenador puede tener contacto visual rápido con otros en una calle llena de gente de modo de no empujarlos en un cruce. La inteligencia artificial no sabe enseñar a un niño a andar en bicicleta. La ironía le es ajena y no sabe distinguir el sonido de un Stradivari del de un violín moderno.

«Al ordenador le faltan los conocimientos que se basan en la experiencia, así como la inteligencia humana básica para lidiar con la inseguridad», dice Wahlster, presidente del Centro Alemán de Investigación de Inteligencia Artificial.

Investigadores del centro equipan aparatos de uso cotidiano con tecnología digital de forma de poder intercambiar información a través del éter.

«La comunicación máquina a máquina representa una tendencia importante en la CeBIT», señala Wahlster, y presenta una coctelera que califica de «sistema emocional ciberfísico».

La coctelera está dotada de sensores que le permiten reconocer cuando es levantada una botella de ginebra y ayuda al barman aficionado a mezclar un cóctel.

«De esta forma podemos conferir una memoria a cada objeto de uso cotidiano. La pizza congelada tiene almacenados todos los datos desde la fabricación hasta el tiempo de cocción y puede contestar a la pregunta de si tiene tomates de cultivo orgánico», explica Wahlster.

‘Watson’ no entendió nada cuando fue visitado hoy por la canciller alemana, Angela Merkel, en el stand en la feria en Hannover. Puede hablar pero es sordo. Ahora está siendo desarrollado junto con los expertos de la empresa Nuance un sistema para que comprenda el lenguaje hablado.

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