• 23 abril, 2024

Mi prédica sin púlpito

mi-predica-sin-pulpito.jpgDe Rafael Núñez

Hay seres humanos que exigen a los demás lo que ellos no están en capacidad de dar. Hay hombres que aducen estar inspirados por la divinidad, y asumen un rol de salvadores de la humanidad, pero viven sin decoro. Esos mismos son los que les falta honradez.

Honradez para autocriticarse y ser ejemplos de vida en aquellos que buscan la verdad y llevar a cabo una vida digna.

Entre los predicadores del mensaje de Jesús se advierte constantemente que el perdón no se reduce a simples palabras; es un compromiso con la verdad, la justicia y el amor al prójimo. El perdón es uno de los principales valores de un cristiano.

Decir verdades a media es mentir ante el Supremo. Hablar con hipocresía no se corresponde con la vida de un pastor de almas. Se supone que todo el ser humano que vive en la tierra es un simple mortal, no importa el tipo de vestimenta que se coloque para hablar a un público que va dispuesto a escuchar el mensaje de Dios.

Para llegar a la verdad, lograr la justicia social y servir al bien común, nada como el camino de Jesucristo. El es el único que ha podido conjugar en una persona, de carne y hueso, cualidades que ningún mortal puede lograr. A pesar de sus condiciones excepcionales, Jesús nunca acusó, Jesús nunca abusó, Jesús nunca fue descortés, pero tampoco altanero. Una de sus mayores prendas fue la humildad, sin importar el poder que tenía.

Jesús no subió su voz para agredir, perdonó a quienes habían cometido pecados. Jesús es un ejemplo de vida. Quienes predican su ejemplo, muchas veces olvidan su práctica. Por eso, hoy más que nunca cabe el pasaje del evangelio de Mateo “por sus frutos los conoceréis”.

Esta cita, del evangelio de Mateo, fue recordada por el presidente Leonel Fernández en su discurso de rendición de cuentas del 27 de Febrero ante la Asamblea Nacional. Las posteriores críticas a la pieza, de impíos y conversos, demostró que hay personas que dicen verdades a medias por conveniencia, otros simplemente no saben argumentar, mientras hay terceros que montan un circo para ser títeres de intereses inconfesables.

Un discurso como el pronunciado por el mandatario dominicano no se puede despachar con ligereza. Los líderes de la oposición política hicieron como de costumbre, pues como ya se ha afirmado, no saben nada de nada. Y como no dominan ningún tema de la agenda actual, no pueden conceptualizar. La respuesta es vaga y si se le pregunta de los problemas nacionales frente al público, en un programa no complaciente, se sabrá de su pobre formación.

Hay los que responden a intereses corporativos, que leen desde una tribuna una respuesta previamente preparada, con el único fin de querer denostar el contenido de la oratoria presidencial. El que es cuerdo no niega que en los gobiernos del presidente Fernández, la economía funciona. ¿Quién puede esconder que en las administraciones de Fernández los empresarios gozan de la estabilidad y la confianza generada por su visión y habilidad para gobernar, como afirmó el joven empresario Manuel Corripio?

La inversión extranjera crece en los gobiernos del presidente Fernández. ¿Que hay dificultades, retos y grandes debilidades? Sí, eso nadie lo niega, porque somos una nación que viene de menos a más, con problemas de origen, y el propio mandatario así lo ha señalado. De manera que hablar solo de las sombras es tan deshonesto como aquel que comete pecado diciendo que sirve a la causa de Jesús. Se puede indicar que el gobierno tiene debilidades en ciertas áreas y con eso nadie falta a la verdad, pero hay que decir las dos realidades, no una sola. Nadie puede alegar, sin ser desmentido por la realidad, que el presidente Fernández es un líder irresponsable, falto de visión y de voluntad para afrontar los problemas. En diez años tiene una impronta que mostrar; esas son las luces.

Y quienes se colocan en el tercer grupo de críticos acervos, el pueblo conoce las razones que los mueven.

Desde la primera Encíclica Social, Rerum Novarum, escrita por León Xll, el 15 de mayo de 1891, la Iglesia Católica estableció un vínculo con la causa de los más desvalidos, que no se iba a romper jamás. El cuerpo doctrinal que ha ido construyendo la iglesia es parte integral de la concepción cristiana sobre la vida y la dignidad humana. La vida de Jesús es la guía de toda práctica cristiana y quien se aparta de ella, no está siguiendo su ejemplo.

La Carta Pastoral, y buena parte del mensaje de la Iglesia Católica, tiene su origen profundo en la doctrina social de la Iglesia, de aquella que está comprometida con la dignidad humana, con el bien común y con los derechos de aquellos que no tienen voz.

Desde ese punto de vista, se entiende la preocupación de la iglesia, y todo gobernante que acuda a la fuente primaria de la Iglesia tiene que comprender la preocupación de sus sacerdotes, no importa quién suba al púlpito. Quienes fuimos bautizados y crecimos bajo los predicamentos de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, sabemos que hay en ella muchos pecadores, gente que no merece cobijarse bajo su techo, pero se sabe también que hay millones de católicos en el mundo evangelizando, sacrificando sus vidas y las de sus familias para acompañar a enfermos, presos y personas que necesitan de alimento para el alma.

Cuando una homilía se aparta de las palabras apegadas al origen de la Doctrina Social para hacer aseveraciones de otra índole, el portavoz cae en la confusión de escenarios.

José Martí, en la revista La Edad de Oro, dijo acerca de Simón Bolívar, de José de San Martín y del padre Miguel Hidalgo, lo siguiente:

“Se les deben perdonar sus errores, pues el bien que hicieron fue más que sus faltas. Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz”. Hablaba Martí de tres mortales, pero grandes hombres de América Latina, que engrandecieron sus nombres.

En consecuencia, la obra humana no es perfecta, dice la propia Iglesia, incluidas la de sacerdotes y pastores.

Narra San Juan, capítulo 8, que una mujer fue encontrada en el acto de adulterio y la Ley de Moisés ordenaba apedrear a las mujeres que incurrieran en ello. Los escribas y fariseos la llevaron ante Jesús y le preguntaron al Maestro qué hacer con la mujer adúltera y Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en la tierra con un dedo, pues él sabía que con esto le querían tentar y luego acusar, basándose en la respuesta que diera. Su respuesta, sin embargo, fue así: “El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Y Jesús volvió a escribir en la tierra.

Quiero, para concluir, recordar a los lectores este pasaje de San Mateo, capítulo 5, versos 44 y 45, donde Jesús dijo: “Yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos”. Amén.

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