• 16 abril, 2024

Ministerio de Salud hace gala de ineptitud en jornada de vacunación hospital infantil


De Máximo Laureano para El Sol de Santiago

Santiago- Las vacunas contra el neumococo, que proveerían las autoridades del Hospital Infantil Doctor Arturo Grullón este viernes, no es vital, al menos para los niños y niñas, con un estado de salud estable, pero miles de madres y padres que acudieron en masas desde la madrugada al nosocomio no lo sabían.

Probablemente aún no lo sepan, a pesar del caos originado por el desacierto del Ministerio de Salud, que dirige Bautista Rojas Gómez, el mismo que no ha dado “pie con bola” con enfermedades como el dengue y otras situaciones de salud, que han costado la vida cientos de dominicanos.

Esta vez se anotaron el punto de la ineficacia al llamar a una jornada de vacunación, sin una logística que permitiera el cúmulo de tantas personas a la vez y lo que es peor sin que haya las dosis de vacunas suficientes.

Las vacunas que se aplicarían a niños y niñas desde 0 hasta los cuatro años de edad, tiene un costo de RD$ 5,000.00, según las autoridades oficiales y su aplicación está destinadas a pacientes en estado crítico, según explicó, la relacionista pública, del centro de salud, Eridania Parra.

La funcionaria explica que las vacunas para niños y niñas de salud estable, son preventivas, pero no vitales, agrega también que se suele aplicar con normalidad entre los pacientes que lo ameritan, pero no de forma masiva.

Estos detalles no llegaron hasta  una masa desesperada que abarrotó la institución en busca de una vacuna de alto costo, la cual según las informaciones que recibieron de boca en boca en sus respectivos barrios se trataba de una vacuna imprescindible.

La campaña publicitaria fue un éxito, pero no así el desarrollo del proceso, el cual se convirtió en un caos que originó el desmayo de varios niños y niñas, así como la desesperación de cientos de padres y madres, que fueron vejados y maltratados en medio de intensos forcejeos, con miembros de la presunta seguridad del hospital.

Las áreas de consultas externas, pasillos y áreas verdes fueron copadas de personas, en busca de la  “vacuna salvadora”, pero sin lograr éxitos.

El drama fue penoso para los padres y madres que se levantaron a las 2:00 de la mañana, para ser los primeros, pero más penoso para quienes viajaron desde los puntos más lejanos de Santiago y otras provincias, se quejaron porque regresaban sin vacunas y sin dinero, pues la larga e infructuosa espera provocó gastos que  no estaban contemplados para desayuno y en algunos casos almuerzo, ya que pasada las 12:00 del mediodía, el grupo que asistió al hospital de niños y niñas, no se disipaba por completo.

La directora del centro de salud, la pediatra, Rosa María Morel, llamaba a la calma, alegaba que las vacunas no podía aplicarse a los infantes, que presentaran síntomas de gripes u otra complicaciones, insistía en buscar la calma, pero con pocos resultados, producto de la improvisación.

La población enardecida la culpaba de lo ocurrido, pero la encargada del operativo, afirmaba que había solo entre 800 y 1,000.00 vacunas, la multitud doblaba creces este número.

La funcionaria solo atinaba a decir que se habían sobrepasado las expectativas, mientras la población reunida allí trataba de entrar a la fuerza, al local, donde muy pocas personas, incluidos algunos reporteros y periodistas lograron penetrar, sin embargo, con lo que se vio fuera, la historia estaba muy clara, la ineptitud oficial mostraba su mejor gala.

Miles de padres y madres regresaron a sus casas con el dolor de haber madrugado, gastar dinero, pedir permisos de trabajo y sin vacunar a sus hijos y lo que es más grave, ya no habrá vacunas y memos para Petra, María y Simón, que no pueden pagar

RD $5,000.00 para garantizar la salud de sus hijos. Mis mellizos Daonil y Dariel Laureano, de un año y tres meses, quienes afortunadamente gozan de buena salud, también estuvieron en el hospital, no los vacunaron, pero regresaron felices a su casa por haber paseado y lo que es mejor no tienen ni idea del caos originado en el centro asistencial, que se sostiene con los impuestos que pagan los dominicanos, incluido sus padres.

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