• 25 abril, 2024

No me defiendas, compadre

no-me-defiendas-compadre.jpgDe Rafael Núñez

El cine mexicano ha sido desde sus inicios el mejor vehículo para  que ese país pueda llegar con su cultura y su historia a los más apartados rincones del mundo. Su origen se ubica a finales del siglo XlX (1897). Desde que apareció la primera película sonora, “Santa”, en el año 1931, la producción cinematográfica mexicana tomó un gran impulso y ha recorrido todas las salas de cine del mundo con su carga de alegría, tragedia, amor, dramatismo y humor.

Uno de los principales propulsores del cine mexicano fue Germán Genaro Cipriano Valdés Castillo (Germán Valdés), conocido en el mundo entero como Tin Tan, perteneciente a una familia de actores como Ramón ( del Chavo del Ocho), Germán (El Loco) Valdes y de Ratón Valdés. Pero el más sobresaliente de los tres fue Germán Valdés (Tin Tan). Otro personaje relevante de la época también lo fue Mario Moreno (Cantinflas).

Las figuras ligadas al cine y al teatro en América Latina, consideran que Germán Valdés (Tin Tan) constituyó un fenómeno social irrepetible. Filmó más de cien películas, dos cortometrajes y puso la voz a producciones infantiles, además de desempeñarse como cantante y compositor.

En su vida profesional de 25 años, Tin Tan acumuló una gran experiencia y sirvió como vehículo no sólo para trasmitir la personalidad de los mexicanos, su buen humor y su idiosincrasia, sino que puso de moda estilos de vida de otros países. Tal es el caso del pantalón “Pachuco”.

En la novela “El Laberinto de la Soledad”, publicada en 1950, se recogen nueve ensayos del escritor también mexicano Octavio Paz, uno de ellos titulado “El pachuco y otros extremos”, en el que hace duras críticas a esa forma de vestir, que Tin Tan importó de Estados Unidos.

Esas fueron opiniones del momento externadas por Octavio Paz. Toda la humanidad reconoce, sin embargo, que Tin Tan se convirtió en un fenómeno social que revolucionó la forma de hacer comedia en el cine mexicano. Una de ellas fue precisamente la que lleva el título de este artículo: “No me defiendas, compadre”. El cáncer y un coma hepático pusieron fin a la vida de uno de los más grandes  comediantes mexicanos, Germán Valdez, quien murió  el 27 de junio de 1973.

“La Isla de las mujeres”; “Los Tres Mosqueteros y Medio”; “El Rey del Barrio”; “Acapulco”; “Los Cacos” y “No me defiendas, compadre”, son sólo unos cuantos títulos de más de cien películas en las que participó el famoso Tin Tan.

“No me defiendas, compadre”, estrenada el 29 de octubre de 1949, es una comedia dirigida por Alberto Martínez Solares. En ese film aparecen como actores de la historia Tin Tan, y quien fue su inseparable compañero de trabajo Marcelo Chávez.

No me defiendas, compadre es un refrán muy popular en América Latina, que recoge la sabiduría del hombre rural de nuestro continente, llevado al cine utilizando el béisbol como instrumento para enseñar al mundo uno de los deportes favoritos de los mexicanos. En la trama de la comedia, Tin Tan, recluido en una cárcel, logra convertirse en el pitcher del equipo penitenciario, mientras su inseparable compañero Marcelo es su abogado.

La historia de Gilberto Martínez cuenta que Tin Tan se convirtió en la esperanza del equipo de la Penitenciaría, donde guardaba prisión. La jornada definía quién sería el campeón de la serie, si el equipo compuesto por los presidiarios o los visitantes. Los reclusos tenían todas sus esperanzas puestas en Tin Tan.

Narra la comedia que Tin Tan, a pesar de tener problemas visuales, pidió que se le dejara ser el pitcher con el fin de hacer galas de sus curvas y rectas. Sin embargo, cuando llegó el día decisivo, el lanzador (Tin Tan) y el receptor no se ponían de acuerdo con las señales.

Cuando el equipo visitante le produjo un cuadrangular con gente en base, el receptor acude donde el lanzador para preguntarle que si no entiende las señas de los lanzamientos que le está pidiendo. Tin Tan, con su humor característico, le responde que si él no se había dado cuenta de que tenía problemas para ver de lejos.

Tin Tan le pidió al receptor que le hiciera las señas con los brazos, no con los dedos porque no veía las señales. Desde entonces, todo el mundo sabía con el lanzamiento que venía Tin Tan. Y los palos no se hicieron esperar.

Esa revelación hizo que el jefe penitenciario no sólo relevara a Tin Tan como lanzador, sino que lo tradujo a otra prisión, mientras el abogado del éste (Marcelo Chávez) arregló las cosas para sacar a Tin Tan de la cárcel, lo que no le gustó porque él quería demostrar en las últimas entradas el poder de su brazo. En esa comedia, Tin Tan también hace de detective privado, siendo un fracaso; luego de luchador, pero no sabía quién iba a ser su contrincante.

“No me defiendas, compadre”, exclamó Tin Tan a su abogado Marcelo cuando se encontraron en la oficina por primera vez tras salir de la cárcel. Es una expresión de mucho uso en los pueblos de Nuestra América, como solía defininir José Martí al continente.

Como en el partido de béisbol que se cuenta en la comedia, donde el receptor tiene que dejar ver la seña, hay personajes de la vida nacional que se levantan el vestido y dejan ver el refajo. Tratar de incidir en los asuntos internos de los partidos para influir sobre la decisión que deben tomar sus bases, no es inteligente. Y ese rol de pitcher, sin serlo, es lo que más se parece a esa comedia de 1949 en la que el gran comediante mexicano, Tin Tan, juega el papel de lanzador estelar, habiendo dicho a los jefes de la Penitenciaría que pertenecía a las Grandes Ligas.

Si usted no ha mostrado nunca afecto o preocupación por las cualidades de ese Equipo, de sus dirigentes y sus peloteros, ¿cuál es su interés en seleccionar determinado lanzador para un juego decisivo? “No me defiendas, compadre”.

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