• 25 abril, 2024

A Pleno Sol

a-pleno-sol.jpgDía de los obreros
Por Manuel Hernández Villeta

Fue un sueño de toda la vida. La clase obrera nunca llegó al paraíso. La lucha que levantó, tinta en sangre y muerte por un jornal de ocho horas, se la comió el economismo moderno. Hoy los trabajadores luchan por las mismas reivindicaciones de hace un siglo.

Los proletarios del mundo se unieron en los viejos libros de sobaco, pero en la práctica siempre la tea de la división estuvo a su alrededor. En el mundo y aquí, la clase obrera se quedó en las tinieblas.

El desempleo la ha ido postrando a lidiar con los chiriperos y trabajadores ocasionales, sin seguro médico o social y siendo ariete que vive e impulsa al gran capital. Su día no es más que una fecha para el almanaque.

En rojo en muchos países, sinónimo de fiesta, pero sin conmemoración en los Estados Unidos, donde la clase obrera se formó en lucha contra los grandes monopolios, y las conquistas la logró con su sangre, aún antes de que se inciarán las luchas por las minorías étnicas, como la de Martin Luther King.

Blancos o negros, los obreros tenían su propia etiqueta, vendían su fuerza de trabajo para poder comer. En la República Dominicana cuando el desempleo campea y cientos de miles de nuevas manos no pueden entrar en la era de la producción, solo queda el camino de seguir flotando en la esperanza.

Pero damos el mal ejemplo con una de las fechas más gloriosas del almanaque al convertirla en etapa para el ron y la francachela. Los obreros no merecen siquiera que su día sea conmemorado por su fuerza histórica, sino que sirve de puente para un fin de semana largo.

Estamos de esa forma dando el ejemplo de los antivalores. Poco importa morir por una causa, para muchos eso es parte del pasado, glosado en libros que hoy nadie lee. Puede ser que un joven de ayer y viejo hoy siga proclamando en la trinchera de su mente febril aquel estribillo de proletarios uníos, estertor que nadie escucha.

Pero que la clase obrera llegue al paraíso no es una utopía. Es sencillamente una marcha por un camino tan empedrado que se transita con mucha lentitud. De la pesadilla del mundo de las divisiones sociales, queda la esperanza de que el obrero pueda llegar a la mesa del pan y una vida decente.

Concertación y unidad debe ser la consigna de todos los dominicanos, porque cuando se cierran las puertas al entendimiento pacífico, como pasó a todo lo largo de la historia de la humanidad, entonces suena el trueno de los cambios sociales por la vía que dictan las circunstancias.

Salud a todos los proletarios del mundo, aunque en la República Dominicana sea una fecha del almanaque para tomar ron y tener un fin de semana largo. Proletarios de todo el mundo, uníos.

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