Procuraba el botín
Al leer, años atrás, a José Miguel Soto Jiménez en sus “Memorias de Concho Primo”, me lucieron desconsiderados sus juicios sobre Desiderio Arias, del que afirma que “dejó plantada la honra y la esperanza”.
A la admiración despertada por las letras del famoso merengue de Emilio Morel, se sumaban conceptos como los que nos ha transferido en su Diccionario Bibliográfico Dominicano, Rufino Martínez, que al abordar la conspiración de Desiderio contra su ex aliado, el presidente Jiménez, que fue lo que desarboló las avispas que trajeron a los yanquis, dice: “No quita ello que fuera Arias el principal factor determinante del suceso final; más no lo impulsó la ambición ni un espíritu de deslealtad, sino un movimiento de reacción, que es un acto defensivo y humano y propio de la política en todo los tiempos de la humanidad”.
El Desiderio que describe es “serio, circunspecto, aprehensivo y nada comunicativo. Era amigo de hecho y no de palabras… menos alegre que los demás compañeros y por lo mismo, menos vicioso…El pueblo le lloró como nunca había llorado un guerrillero…”.
Estados Unidos quería entrar a poner control a la insubordinación, bajo supuesto pedimento del presidente Juan Isidro Jiménez, que prefirió la renuncia antes que un mantenimiento en el poder bajo la garantía de fuerzas extranjeras, y dejó a Desiderio como amo y señor de la situación, pero a éste le bastó un ultimátum de las tropas invasoras y evacuó la ciudad de Santo Domingo.
En su obra “El Impacto de la Intervención”, Bruce J. Calder, resalta que Arias, “anunció desde una distancia prudente en el interior, que él realmente no había levantado una bandera revolucionaria, que su bandera era la del pueblo dominicano y que él rendiría sus armas a cualquier presidente escogido por la Cámara de Diputados. Obviamente él estaba esperanzado que el nuevo presidente sería él mismo”.
Bernando Vega ha publicado el ensayo “Desiderio Arias y Trujillo se escriben”, en el que reproduce 55 cartas y telegramas cursados entre ambos entre el 24 de agosto de 1930 y el 10 de junio de 1931. Desiderio reafirma su lealtad y formula peticiones. Vega sostiene que “durante toda su vida política Arias luchó para poner o derrocar gobiernos con el único objetivo de colocar gente suya en la nómina pública.
Reproduce opiniones de Rafael (Fello) Vidal y Sumner Welles”.
Dice Bernardo que “hemos visto como tan pronto Trujillo se juramentó, Arias le cablegrafió pidiéndole que nombrara gente suya en diferentes cargos” y resalta como en la reunión que puso fin a su primer levantamiento, “Arias entregó una lista de amigos para su porcentaje democrático” y concluye que según la versión de varios autores, que Arias se alzó a la manigua porque Trujillo no cumplió.
El general Pedro A. (Piro) Estrella, cuando Trujillo le mandó a buscar para saber si conocía del levantamiento, respondió: “Yo no lo dudo Presidente, porque el General Arias nunca está conforme ni con nada ni con nadie, es un hombre muy difícil y, además anoche en el baile tenía una actitud sospechosa…