• 20 abril, 2024

¿Quiénes son los periodistas inmorales y antiéticos?

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Manuel Volquez

Por Manuel Vólquez

El Colegio Dominicano de Periodistas exigió a la iglesia católica identificar a los colegas que acusa de “chantajistas, inmorales y antiéticos”, que se dedican a extorsionar a funcionarios y otras personalidades para ganar dinero.

Me solidarizo con esa sugerencia. Es una correcta decisión del Comité Ejecutivo de nuestro colegio, que pidió aportar las pruebas de esa grave imputación para proceder de inmediato a investigar a esos colegas y someterlos ante el Tribunal Disciplinario del Colegio.

El día de Viernes Santo, durante la lectura del Sermón de las 7 Palabras, la Iglesia Católica denunció que en el país desde hace años hay periodistas que hacen “un ejercicio inmoral, antiético y dañino a la sociedad”, con un chantaje y presión mediático en busca de dinero.

La grave acusación la formuló el sacerdote Arcenio Ferrerira Rosario al dar lectura a la séptima palabra del Sermón pronunciadas por Jesús en la cruz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Manifestó que la práctica que realizan esos colegas, que no identificó, “consiste en ubicar funcionarios públicos, empresarios y personas, investigar los negocios que puedan estar desarrollando las instituciones que dirigen y generarle falsas, manipuladas o tergiversadas notas para poder llamar la atención y luego enviarles un emisario a solicitar altas sumas de dinero para dejar de seguir atacándolos”.

Aseguró que quienes ejercen esa acción, a través de las redes sociales, “desestabilizan familias, dañan nombres y reputaciones por dinero y hasta provocan situaciones de violencia”.

En ese contexto, la presidenta del Colegio Dominicano de Periodistas, Mercedes Castillo, con justa razón, dijo que la institución está comprometida con la defensa de un periodismo ético y con responsabilidad social y que no será cómplice de acciones indecorosas contra la noble profesión.

Como bien expresa Mercedes Castillo, el ejercicio inmoral deshonra la profesión de periodista, por lo que es obligación de la iglesia señalar quiénes son esos periodistas chantajistas, ya que en ese ejercicio no todos visten ese traje.

Sería bueno que el padre Arcenio Ferrerira Rosario aporte los nombres de esos extorsionadores porque la sociedad dominicana podría juzgarnos a todos por igual. Y eso no es justo.

¿Son periodistas o comunicadores?

Hay que admitir, sin embargo, que exista la posibilidad de que muchos periodistas se han hecho millonarios con esas prácticas inmorales o ejerciendo la doble moral. Son manzanas podridas que dañan la reputación de los que ejercemos el periodismo con honestidad.

Otros pudieran acumular grandes fortunas sirviendo de bocinas o apoyando las malas acciones de algunos empresarios, políticos, funcionarios o personajes de otra índole.

Cada quien traza el destino que elija. A fin de cuentas, las cosas ocultas siempre salen a flote. Y el descrédito, también.

Por igual, hay que tomar en cuenta que la radio, la televisión y otros medios están invadidos por personas de otras profesiones (abogados, deportistas, empresarios, economistas, médicos, sindicalistas, psicólogos y otros) que hoy participan o conducen programas audiovisuales y la gente los llama periodistas.

Y ni hablar de las redes sociales, medios controlados por individuos que no son profesionales del periodismo y que usan esas herramientas informáticas para atacar, desacreditar o tal vez extorsionar. Eso no se puede descartar porque, lamentablemente, nadie los supervisa.

Por eso, es necesario que la Iglesia católica aporte los nombres de los periodistas que califica de chantajistas e inmorales.

La mayoría de los periodistas son personas honestas que prefieren morir pobres y no se involucran en prácticas antiéticas o inmorales.

Además, periodistas y comunicadores son dos cosas distintas. Eso hay que tenerlo muy claro.

El padre Arcenio Ferrerira Rosario no puede meter a todos los periodistas en el mismo saco, como tampoco sería justo que los periodistas acusemos, por ejemplo, a todos sacerdotes de pedófilos o violadores de monjas y niños.

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