• 25 abril, 2024

Sonajero

Sonajero.jpgGrisbel Medina R.

Pedro el Grande

Cuando lo tuve cerca abandoné la compostura y rogué una foto con el ex caquito de rigola que me ha sacado lágrimas en público y erizado al grado del placer los poros de mi piel javá.

Es Pedro Martínez, el dominicano orgullo que la mala leche de su propia tierra desahució temprano.

Hoy Pedro el Grande es el pitcher abridor del segundo partido de la Serie Mundial entre Filis y Yankees.

Y nueva vez millones de miradas pesarán sobre la piel morena que ha soportado filosos dardos, provenientes tristemente de su propia gente, de quienes lo han querido y venerado.

No me explico el afán criollo de herir aquello que amamos. ¿Por qué ensañarnos contra lo nuestro? ¿Por qué arropar de dudas lo Made in Dominican Republic? Duele que el mismo mundillo dominicano que alabó su brazo, festejó sus tres premios Cy Young (con Expos y Boston) y se derritió ante la grandeza del flamante marido de Carolina, en tiempo de cesantía, pisoteara la hierba cálida de su desempeño en la seguida liga mayor.

A Pedro no le dieron chance. El dedillo del descrédito fue implacable. “Maleta” fue la ofensa más chiquita a un rey de la pelota que anotó tantas glorias.

Revisémonos. Celebrar las caídas no es sano.

Es un cáncer maligno de nuestra sociedad. Y pensar que Argentina adora a Diego Maradona a pesar de sus múltiples caídas, mientras aquí se cruzan dedos para que caigas de boca.

Pedro, el chico caritativo de Manoguayabo, que no regala dos bates para salir en diez periódicos ni golosea fotografías como el secretario de Deportes, tiene un pase asegurado al Salón de la Fama del Béisbol.

Cuando arribó la tormenta, Pedro guardó silencio frente a la fangosa vocinglería y esperó la oportunidad que aprovecha.

Recuerdo las siete entradas en blanco que abonó la proclama de los Filis por segundo año consecutivo en la Liga Nacional. Con sangre de maco y mañas viejas, mi Pedro tira hoy. Luces para ti, dominicano orgullo.

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