• 26 abril, 2024

Sonajero

Grisbel Medina

Mi país es solidario

Cuando el río se revuelve, los más vivos pescan. Eso es precisamente lo que han hecho ciertos eruditos, enemigos de la patria dentro y fuera del país, en periodiquitos internacionales y tribunas que difunden miradas diversas de la realidad. Esos criticones aspiran atención a base de racismo, antihaitianismo y amarga ojeriza en contra de Dominicana.

La verdad no le paro bola al cuestionamiento internacional, de si hemos sido o no solidarios con Haití. Y me río de quienes temen un golpe migratorio a suelo nacional. Yo atestigu¨é un hecho que comprueba todo lo contrario: mientras algunos sugirieron sellar la frontera para que la mirada dolorosa del Haití golpeado no se asomara en masa al país, cientos de haitianos buscaban fórmulas para trasladarse a Puerto Príncipe, para saber de su gente, para tocar las fibras del infortunio que volvió polvo el patrimonio haitiano. A las universidades dominicanas que apoyaron a sus estudiantes haitianos, estableciendo logística y soporte para llegar a su capital, hay que sacarle aparte la comidita del reconocimiento. UASD y PUCMM en primera fila.

Al ocurrir el remenión que enlutó un país castigado por siglos con pobreza y olvido, herencia de naciones que hurtaron su fortuna y legaron dictadores sangrientos, la solidaridad dominicana se infló.

Mi país, el de cafecito caliente, la Quisqueya de férrea voluntad, el pedacito de tierra que amo y donde me han amado, socorrió temprano y se mantiene auxiliando por diversas vías la nación hermana, tan negrita como la nuestra.

Sí, muchas cosas pudieran mejorar, pero en vez de hablar, prefiero concentrarme en la solidaridad y celebrar el entierro del mito del antihaitianismo que nos castiga con guante sesgado e indolente.

República Dominicana demostró y confirma que es una nación solidaria, que lo ha sido con Haití y lo será siempre. La gente común, pero no corriente, ha donado y colabora de verdad, no la compasión escrita remitida por “una baisa” de instituciones, figuras y partidos políticos como ensayo de desatinadas relaciones públicas. Mi país es un país solidario. Hemos ejercitado la fraternidad y el compañerismo con “lo jierro” del amor.

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