• 25 abril, 2024

SONAJERO

 

 Grisbel Medina

La Consti

Los trajes se plancharon temprano y para hacer honor a la improvisación dominicana, todavía a  medianoche hubo gente estirando alfombras y pintando esquinitas en el Congreso. Corre corre, figureo, pechito paradito, barriguita a raya, encuadernación y rótulos para los prestantes que se acomodarían alrededor de otro traje hecho a la medida de las circunstancias políticas.

Algunos se tintaron el afrito y se recortaron pelitos salientes de cejas y nariz para estar buenosmozos ante el escudo dominicano regido ahora por una Constitución que a juicio del Presidente será un muro de contención (como el de la presa Taveras) contra quienes osen atentar contra la democracia.

Los 277 artículos de la Constitución que algunos llaman nueva, fueron presentados el Día de Duarte, la fecha de nacimiento del patricio que a lo mejor no hubiese aprobado que fuéramos, como ya somos, habitantes de una isla sin derecho a pisar el mar. Duarte, aquel liberador desterrado, pensador y guerrero que la historia pinta como “soñador”, talvez hubiese protestado contra el artículo que obliga a las mujeres a parir el embarazo fruto de una violación. 

Si hay un ganador del relajo de consultas (ignoradas cuando primó el pacto con el partido blanco) y los debates que mostraron las desvergüenzas, pésimo discurso y ridículo desenvolvimiento de la mayoría de congresistas, es nuestro Presidente, que es, al mismo tiempo actual padrino de Zelaya, legitimador de Lobo, enemiguito de Chávez o aspirante de un podium internacional. La Constitución abulta el presidencialismo, como si no bastara con la foto pegada en las dependencias públicas; reintroduce (para gloria del comesolismo) la reelección presidencial indefinida y elimina la eterna aspiración de una Constituyente como mecanismo de futuras modificaciones.

En fin, la Constitución que tanto dinero y tiempo costó, no es, como dijo el mandatario, el fruto de la inteligencia colectiva del pueblo. Es un trajecito Armani estiradito, de porte impecable y corte moderno, que asegura permanencia, aplausos y poder a quien lo lleva puesto. 

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