• 25 abril, 2024

Sonajero

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Jordi

Grisbel Medina R.
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Los pasillos de los recintos de la Justicia dominicana están llenos de desaliento. Huelen a dolor de ultrajados, a descaro de agresores, a impotencia por el retardo de ciertos fallos. La gente pobre y sin amigos entre las togas de la judicatura suele amarrarse en la verja del Palacio de Justicia para que la prensa les mire y así ganar visibilidad en su triste clamor por una justicia cada vez más lenta para los huérfanos de fortuna.

Una vez, con la inquietud de periodista, le hice guardia a una magistrada con autoridad para darme información sobre el curso de la investigación sobre el asesinato de la joven madre Jazmín Valdez González en Mao. Pese a los timbrazos, intentos para conseguir una cita y el cerco que hice durante días por su oficina, la flamante magistrada nunca me recibió. En ese caso, el sistema fue y ha sido cómplice del esposo de Jazmín, el historiador Manuel Bonilla, señalado por la familia como autor del crimen, quien, con total impunidad y gracias a sus influencias, ha secuestrado los hijos de la víctima y no permite que sean vistos por los padres, muy pobres, de Jazmín.

En el caso Jordi Veras, una de las recientes víctimas de Adriano Román, “El Calígula de Santiago”, como le bautizó con tino Sara Pérez, para lograr una sentencia condenatoria de la tentativa de asesinato, hubo que mantener a la sociedad en alerta y asistir a 34 audiencias en las distintas fases del proceso.

La familia Veras-Rodríguez es un referente de ética, valentía y perseverancia. Se mantuvo unida y soportó calumnias, pero también halló solidaridad en este camino largo de abatimientos en la justicia, después de los disparos que arrebataron la paz y un cuajo de la mirada de Jordi. Si le dio brega a Don Negro Veras, a Jordi, a su familia, qué le dejamos al resto de un país, a los desamparados de relaciones, a la madre de una niña violada en Cienfuegos que no puede costear el pasaje y la comida de cada reenvío. Es una lástima que el dinero y las influencias están por encima del argumento, la prueba y la intención verdadera de ejercer la justicia.

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