• 19 abril, 2024

Sonajero

snajero.jpgGrisbel Medina R.
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Mejores personas

Con rizos en la cara, la arquitecta Shaney Peña Gómez comenzó la ponencia en el seminario de arquitectura, compartiendo su manera particular de definir el concepto ciudad. A su modo de ver, la utilidad de los planos, sus trazos y profesión tienen sentido en función de la convivencia humana y armonizar desde ámbitos colectivos. De lo contrario, estaríamos concibiendo ciudades que agreden a la gente y multiplicando elefantes blancos, costosos por demás, sin fomentar la habitabilidad.

La visión amigable y generosa sobre el urbanismo que escuché desde una butaca universitaria me conectó con la selva motorizada en la que hemos convertido nuestras ciudades. Pensé en el comercio pequeño y grande que empuja a la calle al peatón, el enjambre de motoristas que amenazamos con cárcel para que utilicen el casco protector, la gran estructura que suplanta el área verde que necesitamos para respirar y la intención constante de devastar para plantar cemento y pila de varilla.

Shaney observa y le sigue la pista a su ciudad como un ser vivo. La concibe como aquella maqueta donde cada espacio ha de servir para algo y debe aportar a la coexistencia de la gente. Lo demás, a su juicio, es agresión al sentido común que debe primar antes de construir cualquier cosa. En República Dominicana se propagan ejemplos de lo contrario: muros de la vergüenza en los tiempos de Balaguer, un Faro a Colón costosísimo e inservible, un parque con gorila gigante…

Además, tala de árboles centenarios para construir un parque sin ramas ñen Moca- y la destrucción de una acera adoquinada -recién hecha- para plantar robles altos y sin planificación, en una vía de alta circulación como Las Carreras, de Santiago. Cito solo algunos casos porque es amplia la voluntad de los alcaldes de construir apartamentos cercanos a estaciones de gas, y el Ministerio de Medio Ambiente de permitir estas bombas de tiempo cercanas al corazón de sus habitantes.

“La ciudad es el lugar donde los seres humanos han decidido habitar para ser mejores personas y acelerar su evolución en el planeta”, todavía me conmueve la sentencia de Shaney.

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