• 19 abril, 2024

Sonajero

snajero.jpgGrisbel Medina R.
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La mujer

Conozco una mujer que, trabajando en una entidad de beneficencia, se negó a saldar la cuenta de vino reserva de la Presidenta de la Ong, porque la actividad tenía la misión de recaudar fondos para padecientes de cáncer y no para beberse el beneficio en el distinguido club en que se realizaba.

La misma dominicana alimenta una cuenta bancaria muy personal para auxiliar aquellos tratamientos costosos que le nublan la vida a gente muy pobre. Una vez la vi manejar su vehículo en las guerreras calles de Santo Domingo para trasladar a un niño con un tumor cada vez más pesado en la espalda.

Es la dama del medio siglo que se auto canta en cada mañana de cumpleaños y ha sembrado flores y fuerzas en la vida de mucha gente. Es una mujer honesta, de causa social pública que no procura el flash de la fama temporal.

La mujer que conozco es celosa al utilizar recursos donados, los cuales también ahorra para que el dinero efectivamente mejore la vida de la población asistida. Nunca la ves cabildeando espacios ni solicitando medallas para sí.

De labor silenciosa y justa, la mujer que conozco no explota a su favor la vulnerabilidad de la población que tiene la oportunidad de servir. Como otras, no enmarca su rostro ni fuerza su sonrisa al lado de chiquitines que jamás abrazarían fuera de la “imagen oficial”.

Lo de ella es reírse a carcajadas, gozarse lo sencillo que a fin de cuentas es lo más sabroso de la existencia.

La mujer que conozco es una dominicana muy especial. No es la mujer del año porque para mí -y sé que para mucha gente- ella es la mujer de todos los días, la hermana y amiga eterna, la cómplice gratuita de tantos quehaceres y urgencias.

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