• 23 abril, 2024

Sonajero

snajero.jpgGrisbel Medina R.
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Abril

Escribo un 24 de abril, fecha con sabor a la dulce y heroica rebeldía que defendió la Patria en 1965. Escribo en abril 2015, medio siglo después de la Revolución de abril en la que mujeres y hombres ocuparon la calle para demandar la reposición del gobierno constitucional de Juan Bosch, derrocado en 1963 por tutumpotes de la milicia dominicana con apoyo de fuerzas extranjeras.

El arrojo de las fuerzas constitucionalistas venció y, al mismo tiempo, asustó al pulpo norteamericano, cuyo gobierno envió a 42,000 marines al país con el argumento barato de “salvaguardar los intereses de sus ciudadanos”. Todavía no se salda la deuda con la sangre dominicana que el episodio cobró.

Hoy nos han comprado el coraje con la ración mísera de las tarjetas Solidaridad y el Bonogas. Hoy, los colores de abril están empañados de las fortunas de ingenieros sin suficiente edad para convertirse en millonarios viniendo de un telar de sastrería.

Este abril heroico nos asalta en los afanes reeleccionistas de un círculo presidencial que desafía los fuertes nudos de un león de juegos pesados, ejecutante reciente de la tambora merenguera.

La guerra patria de abril de 1965, no debe ser la fecha para una misa solemne y la repetida colocación de coronas florales en el Panteón de la Patria. Es tiempo de cambiar la página y sentir a abril con el respeto que se han ganado sus héroes, sus heroínas, quienes se dieron por entero, quienes murieron y los que vivieron sin vender la valentía del pasado, por cargos, pensiones y preseas.

A golpes de desalientos, hemos perdido la confianza en el país que nos sirve de hogar, en el único espacio donde no somos extranjeros. Que sirva abril para retomar el orgullo, para cultivar la fe, para no pensar con la barriga, para actuar liberados del peso de la conveniencia. Que sirva abril para ondear la bandera de la esperanza, para que ser honesto no sea motivo de risa, para que ser patriótico no sea pose y discurso de 24 horas. Que la gesta de abril sea un pálpito y ejemplo constante en nuestras vidas.

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